#resistenciaminera
Todo era
sombrío,
la
resignación oteada
a escasos
metros
y las
rodillas,
con
asiduidad,
eran
convocadas
por la
tierra.
Después de
todo,
muy pocos
se molestaron
en
enseñarnos lo contrario.
Nos decían
sí o no
y
obedecíamos
obviando
el derecho
a ser
escuchados.
El botín
estaba repartido,
las cartas
–marcadas- boca arriba
y su amable
displicencia
clavada en
nuestras espaldas,
porque ya
no nos quedan
más
mejillas que poner.
Hasta que
en las calles,
con
vuestros focos,
iluminasteis
el camino
y nos
enseñasteis
a
desterrar la derrota,
también
-y en
mayor medida-
a ser
dignos
de
mirarnos
a la cara.
En el hospital
A mi abuelo
Valentín
Diez días
en un hospital,
boca
arriba.
Diez días sin
moverse
y sin
poder operarse.
Su reloj
marca 91 años
y una
cadera rota.
Callado
mira el televisor.
Hoy
inauguran una línea de AVE,
dan la
cifra oficial:
tres mil
setecientos millones de euros.
Cierra los
puños y mira al techo
como lleva
haciendo diez días.
Diez días
sin poder operarse.
Tres mil setecientos
millones de euros.
Sus puños
siguen cerrados.
Gira su
cabeza y me mira,
no dice
nada.
Sigue buscando
respuestas.
Colegios
con lecciones bajo cero.
Comedores
cerrados y
contenedores
abiertos.
Pueblos
con urgencias
en estado
de emergencia.
Pensiones
con amenaza de jubilación.
Desahucios
bajo el invierno.
Justicia
con el juicio perdido.
Corrupción
aprobada
por
mayoría absoluta.
Y diez
días.
Diez días
con la cadera rota.
Noventa y
un años.
Ojos
clavados en el techo.
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