VI
Debajo de todas las camas de un hospital
hay un termómetro inabarcable que juega al ahorcado, que juega a la gallinita ciega, que juega a la ruleta rusa bajo las directrices seductoras de las criptomonedas sin párpados
hay un vademécum escrito con tinta invisible donde están registrados los horarios de las mareas en que naufragan las pateras del alba, los nombres de las especialidades en vías de extinción, todas las clínicas de la desmemoria
hay la radiografía de una perla, una cereza de abril, la sirena de una ambulancia atravesando la revolución
VII
NO HAY POESÍA EN LO INEVITABLE
No hay poesía en lo inevitable.
Unas células simplemente se rebelan
y luego se replican emboscadas
y se expanden
y no atienden a señales
que detengan su delirio.
Tampoco hay mérito, ni hay culpa.
Pero qué hermoso poema
que tu dolor no lo decida
una cuenta corriente,
que tu salud no esté sujeta
a un código postal determinado,
que tu vida no se te muera
con tu nombre perdido en una lista
de espera inabarcable,
que una mano pueda liberar tu cuerpo
amarrado a una cama
y lo salve del miedo y la vergüenza
en la noche del olvido.
¿Para cuándo llegará la poesía?
¿Para cuántos llegará la poesía?
VIII
LA CONVIVENCIALIDAD
Cuando la medicina cristaliza en torno a medicamentos,
entonces estar sano es imposible.
Iván Ilich
Desahuciado al nacer, Ivan,
Ivan Ilich, como si este virulento
negocio que es el mundo
no te quisiera o pudiera gestionar,
¿qué genio de sospechas
no habías de nutrir?
La pesadilla del progreso, nos avisabas
como un profeta antiguo sobre
el remolino del abismo,
entre las pinzas dolorosas de la enfermedad
por la que te volvieron a desahuciar
cuando ya te negaban la voz los opulentos
y a la que sobreviviste, Ivan,
contra todo diagnóstico
durante veinte fértiles años, pensando,
sonriendo, habitando, dejando huella.
Producimos alimentos no para el sustento de los seres humanos,
sino de la propia industria alimenticia,
producimos automóviles no para la autonomía de las personas,
sino de la propia industria automovilística,
producimos libros y cultura no para el crecimiento de nuestra conciencia,
sino de la propia industria editorial,
producimos medicamentos no para mejorar nuestra salud,
sino la salud de la propia industria farmacéutica.
Producir y consumir, la convivencia
hecha fábrica, supermercado y un enorme pabellón de hospital:
gente que se medica para trabajar,
para comprar y vender,
para soñar y morir. Eso somos.
Y aquí seguimos todavía, Ivan, cada vez
más infelices, cada vez más dependientes, más cerca
del infierno, sin comprender
que la salud, la verdadera,
no es un prospecto, sino una cosa tan sencilla
y humana como abrazarse
o lavarse las manos antes de regalarnos
y amanecer.
IX
Debajo de todas las camas de un hospital
hay un torrente sanguíneo que caldea las baldosas del invierno, los nidos azules de los pájaros dolientes, las pelucas empolvadas que desdeñan la llegada de la luz
hay un poema en silla de ruedas embarrancado en el fangal de las lombrices rentables entre los emboscados de la septicemia, un poema en silla de ruedas a punto de echar a volar sobre las cabezas de los adormecidos
hay un bosque creciendo, una playa tendida, la belleza de la verdad
Amalia García Fuertes y Conrado Santamaría
DESCONCIERTO A DOS VOCES PARA UN MUNDO ENFERMO
Me emocionan estos poemas y me hacen mantener el optimismo tácito de que una más uno son muchos. La decencia es un pez escurridizo pero vuestras redes son fuertes, sois marineros. No dejéis de arrojarlas una y otra vez, aunque salgan vacías... Algún día temblarán otra vez entre las aguas.
ResponderEliminarChiloé
Gracias por la emoción, Chiloé. Salud!
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