José, el pescador de langostas
al que le basta trabajar cinco días al mes para vivir,
me dice que él no pasea turistas en su barca
porque los delfines no están ahí, en el mar,
amarrados no más,
y unas veces se ven
y otras no se ven.
Yo no quiero que me llamen mentiroso,
que digan que Punta Alen es un pueblo de mentirosos.
Los jóvenes no lo ven así, da igual, este es el principio del fin,
este mundo también perecerá.
Llueve en mi cabaña mientras transcribo sus palabras.
Duro combate, en la noche
el agua y la vela luchando por la luz.
Antonio Orihuela
Dijo a la vela la llama: ¡Me voy con el viento!
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