Cómo pensar que un techo nos cubrirá
Reconforta pensar, desde el acogedor sofá donde ahora escribo, que estoy haciendo lo necesario. Que mis palabras son coherentes con la que la Rich describiera como
“la verdadera naturaleza de la poesía. El impulso
de conectar. El sueño de una lengua común.”
Una lengua que nos acoja y proteja,
que nos recuerde lo que viene antes
y lo que solo a unos pocos interesa.
Una lengua-planeta que poder habitar
juntas, abrigadas y con conciencia.
Pero ¿quién necesita un planeta teniendo hipoteca?
Perdió la hormiga su hormiguero,
el conejo su madriguera,
el cochino su dehesa,
la ballena su océano,
la garza su humedal;
la abeja su colmena;
sube, aligera, el arca te espera.
Firma aquí bajo la letra pequeña donde dice “cadena perpetua”
y no podrás descifrar.
Firma aquí para poder descansar bajo los efectos de la hipoxia;
boquea un poco más.
¿Será que la ensoñación de asomarse al abismo engancha, cuando en realidad vamos despeñándonos de ceguera?
Bienvenida al laberinto de lo absurdamente político.
“De los principios rectores de la política social y económica”, capítulo 3º del título 1º
“De los derechos y deberes fundamentales”, cuyo artículo cuarentaisiete afirma que
“todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.”
Burorrepresión. Burrocracia.
Violencia institucional.
Cuarentaitrés años de tralalá.
El martilleo de la gota que no cesa.
La corriente de frío que te hiela.
El no-color en la pared que envenena.
El parpadeo de helada luz que ciega.
No se va, ni con lejía, el olor de la pobreza
con la que el desahucio nos estrangula.
Rostro de mujer, herida mas no abatida;
un murmullo ciudadano te pacifica y evita,
abrazando tu herida, denunciando la ignominia,
que la barbarie salga invicta, salga invicta, salga invicta.
¡Oh, casa inventada! La jamás disfrutada.
Cómo pensar que un techo nos cubrirá. Cómo maquillar la desigualdad.
Necesitamos más Parras, por si quisiéramos despertar:
Hay dos casas. Usted tiene dos. Yo ninguna. Vivienda promedio: una por persona.
Atenta, pasa un zumbido, no dejes de escucharlo. Soñar que sí habitamos esa lengua-planeta aún por recuperar en la tintineante línea del horizonte que aún espera.
Quien todo quiere no regala
No tiene techo mi tegala,
mi tegala techo no tiene.
Se le robó quien todo quiere,
quien todo quiere no regala.
Piedra a piedra fuimos alzando
tejados de nuestras moradas.
Hombro recio, manos delgadas
exhaustos ojos, denunciando.
Cómo se puede de un plumazo
borrar tan sólida morada
y anhelar redención alguna.
No te librarás del zarpazo.
No tiene techo mi tegala,
mi tegala techo no tiene.
Se le robó quien todo quiere,
quien todo quiere no regala.
Rocío Nogales Muriel, Madrid, enero-febrero 2023
Rocío Nogales Muriel (Sevilla, 1974) ha estado siempre rodeada de versos. Desveló su poesía por primera vez en tándem con las fotografías de Luminosas. Brillando diferentes, alumbrando en igualdad (Ed. Universidad de Sevilla, 2021). Ha traducido al español, junto a Bernardo Santos, El delta de tu río de Gëzim Hajdari (Luces de Gálibo, 2022) y ha participado en la Antología Voix Vives Toledo 2021 (Huerga y Fierro) y Naturaleza poética (La Imprenta, 2022), así como otros proyectos de traducción. No se prodiga por las redes sociales, pero atiende al nombre de @gefiri.
En:
¿Hay derecho?
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