-Estados Unidos es un país muy atrasado, vivís en permanente Día de Gracias aplastados por el peso de traducciones de la Biblia. Entendéis mucho de dinero, pavos y ejecuciones.
—Deja las bromas y responde... Yo estoy llena de complejos, soy un saco de complejos, y quiero oír qué piensa de mí un hombre que me gusta. Habla, lo exijo.
—Estoy muy a gusto contigo, gracias. El acto sexual, se quiera o no, y hay quien se ofende si se dice así, tiene mucho de entrega y posesión, y esa asignatura la hemos practicado bien. Tú te entregas siempre femeninamente y yo te acepto masculinamente. En realidad, las palabras exactas que lo explicasen bien se refieren claramente a hembra y a macho, pero de esemodo suenan animales y repugnan a nuestra divinidad. Yo he hecho lo posible por ser sólo mitad macho, por eso me he dado a ti, deseaba quizá más que mi placer el tuyo, es quizá otro complejo mío. Cuando he sido feliz en ese pasado intercambio es cuando he creído, no sé si es cierto, que tú alcanzabas la misma cima que yo pretendía alcanzar después. Tampoco lo sé decir mejor. ¿Es eso ser buen amante para tí? Para mí una buena amante es una amante libre, pero no me vayas pasando lista a situaciones ni composiciones. La libertad no la entiendo yo así. ¿Tú te has sentido libre estando conmigo? Entonces responde tú misma.
Me vi comido a besos. He aquí a Jane, el antídoto. Pero como es natural, dijo cosas consecuentes con sus supersticiones esotéricas, para estropearlo todo:
—No mientes, lo sé por tus pies. Tienes pie egipcio, cada dedo algo menor que el primero, que es el grueso. Eso significa honestidad e independencia, porque tienes vida íntima y eres reservado, y un reservado cuando hace confesiones nunca miente.
Diré más de Jane. Sus orígenes son más que medio judíos luteranos procedentes de alguna parte de Alemania, aunque por esos cambios de apellidos tan frecuentes en Estados Unidos no lo parece. Es judía alemana pues, la inmigración más cabrona e influyente del país, más que judía a secas o la británica, aunque esta sea más depredadora. Tiene un trasfondo verdaderamente medieval en el que su orgullo es pura superación forzada de una abrumadora humildad que le lleva a una sorprendente conciencia de la idea de pecado, que digiere como avergonzada en su soledad de monja que se autocastiga. Ama sin embargo por encima de ello la abstracción y el conocimiento incansable del mundo que le rodea, y subordina a veces de un modo tortuoso su cuerpo a lo que en realidad considera importante en la vida, la mente, o la inteligencia. Sus constantes caídas, al menos en lo que yo sé y me afecta, en el pecado, la convierten, mezclado a su auténtica sensibilidad, en un ser extraño y absolutamente intrigante. No se parece a nadie en la España de hoy y ahora.
Antonio Santos Barranca. Diario nocturno en un país feo. Letrame Ed. 2024