He vuelto y la muerte en las manos,
campos amarillos ocres,
tierras rosadas,
volví del paisaje encontrado,
secas las manos,
el pueblo blanco,
olor a río.
¿Has visto las palomas?
¿No es el lugar más extraño?
No se puede escribir de la muerte en verano.
La primavera aguada, se fue rápido.
¿Has tocado el agua helada?
Recorrimos caminos llenos de flores,
campos llenos de sandías .
¿Has visto los girasoles?
De la muerte no se escribe en verano,
la muerte se ve en el campo de trigo tumbado,
fruta bajo el árbol,
camino de tierra a 48 grados.
Si la muerte fuera barbarie no andaría tan lenta
la humedad que refresca el cuerpo.
La muerte es la última mentira
donde el miedo es medible.
Me paro en el vuelo de las palomas,
no vi cómo llegaron,
ya estaban ahí.
En el río hay patos,
ratas y plásticos.
¿Has escuchado el ruido del río?
En los girasoles, las abejas forman parte.
Su sonido es mayor que el silencio.
La muerte se puede ver,
pero no la puedes imaginar.
El verano es para vivir,
la primavera, dicen, es para amar,
el invierno frío, no imagino su luz.
¿Has visto la noche de verano
que la sensación choca en el pecho?
Calor, que refleja sombras,
¿has visto los rosales violetas?
¿Y las moras salvajes?
***
Te puedes ir si quieres,
aunque me gustaría que te quedaras,
cerca o lejos, pero quédate,
aunque, si te vas,
no sentiré la extrañeza de perderte,
no nos pertenecemos,
que esto es una ida y una vuelta,
que no te necesito,
ni siquiera te echo de menos.
Te puedes ir si quieres,
aunque me gustaría que te quedaras.
Círculos en movimiento que apremian
y todas en movimiento estático que parpadea,
círculos entrelazados formando cóncavas,
un tanto por ciento rozamos,
un tanto por ciento limites inconclusos,
subversivos y por ende extraños.
Te puedes ir si quieres,
no prometo permanecer en el puerto – estanca,
la ida y la vuelta en pocas ocasiones
se dan la espalda.
Te puedes ir si quieres,
aunque me gustaría que te quedaras,
círculos en movimiento que apremian
burdeos- violeta- malva.
***
Son solo flores.
Son solo flores, se repetía.
Ella las tenía en el lavabo
metidas en un tarro de vidrio transparente,
el agua verde, verde añil,
la putrefacción de las cosas
era lo que contemplaba allí.
Un baño impoluto,
blanco mármol,
pequeño, tan pequeño como el vacío,
flores verdes, verde mustio,
verde febril de tus ojeras
un día que olía a verano.
***
El profesor habla
de velocidad abstracta,
representaciones,
preceptos de la vida moderna,
estados de conciencia de la vida.
Y yo te veo
en las escaleras de tu casa,
bajando como el rayo,
los pies no tocan el suelo,
el calor subió de los pies a mi boca como
cuando subes a unos de esos cacharros
que pone en la feria.
Y ya te veo,
ya te veo abajo.
Y él empieza con el temario
de representación,
realidad,
y sobre el imaginario.
Míriam Muñoz Trapero. Un día como hoy
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