El crecimiento de la población mundial, el consumo de bienes y de mercancías y la urbanización del planeta produjeron, durante un tiempo, el incremento más o menos regular del viejo trabajo asalariado, aunque este fuese de muy baja calidad; con el colapso del modelo de crecimiento y los efectos perversos de la globalización, el aumento exponencial del trabajo precario y esclavo –reducido a la mera subsistencia– y la arrolladora victoria del capital financiero más agresivo y depredador, las desigualdades se hicieron hirientes y abismales, incluso donde antes se habían logrado ciertas cotas de equilibrio entre las clases, especialmente en Europa… Y se produjo una paradoja irresoluble, el aumento general en la esperanza de vida y la caída de la mortalidad infantil, así como el acceso masivo a la educación, habían dado en una precariedad generalizada y estructural, y en un insufrible desempleo masivo, especialmente entre los jóvenes. Lo que inevitablemente llevó a migraciones masivas, a profundas dislocaciones sociales y culturales, y al aumento imparable del nivel de violencia en las megalópolis, cuyas primeras víctimas fueron los propios agentes de esa violencia sin meta ni objetivo, esto es, los relegados, las masas empobrecidas, los diferentes por alguna razón, por su religión, por el color de su piel, por su peso, por su edad… Como siempre, los eslabones más débiles de la cadena social fueron las víctimas y los verdugos de sí mismos.
¿Cuál era la capacidad real de maniobra de un movimiento obrero desarbolado en relación con aquellas enormes transformaciones que se estaban dando? A pesar de las experiencias de empoderamiento obrero en la periferia del mundo y dentro de algunas de las potencias emergentes, como en India, donde había zonas enormes gestionadas por el Partido Comunista y, paradójicamente, en China, donde una parte de los trabajadores se había levantado contra el Partido Comunista; o de casos particulares como el de la Argentina de principios de siglo, con la toma de centros de trabajo y de centros fabriles abandonados por el capital; la vinculación de los trabajadores a organizaciones de defensa inmediata de sus intereses era ya, por esas mismas fechas, muy irregular y solo se mantenía en niveles aceptables en aquellas zonas del globo en las que había habido una temprana industrialización; aunque la vinculación de esos mismos trabajadores a organizaciones con un programa ideológico y de acción claramente anticapitalistas era puramente testimonial.
El movimiento altermundialista, por un momento, pareció aportar algo de energía y aire fresco a esa agotada decadencia de la clase obrera occidental, pero resultó una ilusión efímera. La cuestión de la deuda ilegítima de los estados más pobres y la resistencia instintiva a las consecuencias inmediatas del proceso de globalización iniciado tras la caída del bloque soviético eran causas comunes para la movilización y permitían la confluencia de los últimos restos de las organizaciones sindicales, de los movimientos sociales autónomos y de algunas fuerzas políticas.
… La desconfianza de tu abuelo hacia ese tipo de fenómenos no era del todo descabellada; a menudo, esa arrogancia con la que exponía sus argumentos, tan propia de él, le costó muchos sinsabores y enfrentamientos con sus compañeros, igual que con el tema de los nacionalismos en Europa…
… No sé si llamarla arrogancia; yo no lo recuerdo así. Era apasionado, eso sí lo recuerdo, y terminante…
… Tú eras un niño o no habías nacido siquiera… Además de que, de mayor, esa vehemencia se le fue atemperando y él mismo se fue distanciando de todo y de todos…
Ambos guardan silencio.
… Aunque, bien mirado –dice ella, de pronto, volviendo al principio–, acaso no lo fueran del todo…
… ¿No fueran qué…? No te entiendo…
… Pues una mera ilusión…
… ¿Quiénes…?
… Los movimientos masivos de protesta de principios de siglo…
… ¡Aaah!...
…Al fin y al cabo, fueron los herederos de esos movimientos los que lograron dar carta de naturaleza a muchas de las zonas autogestionadas…
Matías Escalera Cordero. Un sollozo del fin del mundo. Kaótica Ed. 2023
Obra gráfica de Amable Arias
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