Bienvenida,
cielo.
Por
la parte de culpa que me toca
y
no es poca,
siento
no poder ofrecerte otra cosa.
Lo
que ves, lo que oyes y lo que sientes...
Siento
no haber sido valiente.
Pero
si pudiera,
si
los hados me concedieran la oportunidad...
más
que darte, te quitaría.
Te
arrebataría la venenosa fragancia
que
te darán los señores del mundo.
La
ponzoña del odio,
de
la injusticia,
la
mentira.
Ellos
te fisgonearán con vehemencia,
te
olisquearán de arriba a abajo,
como
bicho extraño,
para
saber cuanto de daño podrías hacerles.
Mujer
tenías que ser...
Lo
deseaba con todas mis raquíticas fuerzas
porque
intuyo que si existe la magia
solo
puede renacer de vosotras.
Nosotros,
los hombres,
hace
siglos demostramos
que
estamos incapacitados
para
organizar las estrellas.
Por
eso,
lo
que te deseo
aquí
en este mundo
es
la maldición.
Ojalá
te persigan.
Te
tachen en sus cuadrantes.
Te
obliguen a rezar al sicario.
Te
hagan olvidar el abrazo.
Te
exilien de la verdad.
Te
intenten robar el juicio.
Te
intenten desquiciar.
No
es maldad mi deseo,
solo
quiero que llegado el momento
conozcas
al enemigo
y
sepas como enfrentar al ogro nauseabundo
que
lleva el odio en sus venas
y
ansía un mundo expuesto.
Bienvenida,
bienvenida,
cielo.
Cristian Esteban Martín
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