“La
explotación ética es un oxímoron”.
Nuría Almiron
Los
terneros, cuando van al matadero, intentan desesperadamente mamar los
dedos de las manos que les conducen a la muerte.
Dorar
las alas de un ave en la sartén,
masticar
el miedo de un conejo rebozado en harina de sepulcro,
extender
sobre el pan la agonía de una oca mientras escuchas música,
ahogar
en especias el relincho de un caballo,
amortajar
la emoción de un ternero con cuchillos de doble filo,
triturar
el futuro en limpias cadenas de producción.
Enterrar
a Pitágoras y a Plutarco en cada cena de navidad.
Llamar
alimentación a esos pequeños cementerios
bautizados
con el nombre de menú.
Y
después sonreír como si nuestros estómagos
no
fueran un desván lleno de cicatrices,
como
si el mundo fuera impoluto,
libre
de esclavos.
Pero
también podríamos
abrir
la puerta a la compasión,
emborracharnos
de empatía,
de
justicia hacia los animales.
Derribar
los muros de los mataderos.
Oxigenar
los días con alimentos sin sangre.
Respetar
a todos los seres que nos acompañan
en
la aventura de vivir, sin distinción.
Meter
a Leon Tolstoi en los bolsillos,
en
el corazón
y
empezar a vivir en paz,
como
si amáramos el planeta que nos cobija.
Marta Navarro. En: Naciendo
en otra especie, Capital Animal. Editorial Plaza y Valdés, 2016
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