Si alguna vez ve saltar por la
ventana a un banquero suizo, salte detrás.
Voltaire
,
y la luz de Sol, el latido del
Sol, llegó a bañar
y despertar a todos los rincones del planeta.
El 20 de mayo escribí en mi
diario:
Me he pasado media noche en Sol compartiendo
el mechero, hablando con unos y otros,
arreglando el mundo; la otra media,
con una escoba y un recogedor...
Cuando llego a casa a las ocho me pregunta mi hija:
¿De dónde vienes a estas horas?
De barrer en la Puerta del Sol,
mi amor. Así, como te cuento.
Había una ola muerta de frío en
el armario,
un grito dormido en el fondo de
cada corazón,
las olas se juntaron y un tsunami
de voces
nació contra el terrorismo del
dinero
e improvisaron una ciudad de
toldos,
respeto, asambleas y cuerdas.
El viento arrastró esos granos de
arena
y juntos construyeron en la
Puerta del Sol
una playa donde lavar y
refrescar
tres palabras hermosas y heridas:
fraternidad, igualdad, libertad.
Alguien nos
recordó que Venecia
en el siglo XII
creó la deuda pública.
Madrid no era la
ciudad más bella del planeta,
o sí, pero el
siglo XXI y su deuda se nos tragaban.
Una historia que habla del color de la necesidad,
del reparto equitativo del deseo,
de aquellos que no miran la vida de reojo
ni aceptan las migajas del corazón de piedra,
estómagos vacíos que acarician el cielo.
¿Recuerdas los últimos versos de Machado
en Collioure: estos días azules y este sol de la infancia?
¿Y cuando me besaste bajo el Oso y
el Madroño
y esos versos se convirtieron en las noches de Sol
y este azul de la aurora de nuestra juventud?
¿Recuerdas esos días de manos
levantadas en silencio?
Quedaba una semana para las
elecciones,
nuestros sueños no cabían en sus
urnas.
Estábamos borrachos de ilusión y
utopía,
juntos nos regalamos el don del
entusiasmo.
Nos abrazábamos al encontrarnos. Recuerdo
la lluvia torrencial golpeando los
toldos,
inundando las tiendas de campaña,
arrastrando los abrazos, lo mejor de
nosotros,
parecíamos palomas bajo el diluvio,
respirábamos hondo cada vez que veíamos
a la policía enfundarse en sus cascos,
cerrábamos los ojos apenas un segundo
para que nadie nos despertase
de ese instante inmortal. Nos
repetíamos:
no podemos volver al tiempo de la
anestesia,
no debemos regresar a la oscura
caverna.
Julio hacía fotos, Ana escribía en su
blog,
Twitter y Facebook ardían. Éramos
héroes anónimos por un día.
Éste era nuestro lugar y nuestro mayo,
no el del 68.
Escribí
un 22 de mayo: Nada acaba hoy.
No
habrá cheques en blanco para nadie.
Haremos
turnos en las plazas. Hemos reído
y gritado
juntos. Estaremos alerta.
No
habrá más estampitas. Una patada en el culo
es
lo que os espera a los nuevos anestesistas,
a
los profesionales de la demagogia y la mentira.
¿Cómo
pudimos dormir tanto tiempo?
Cambiar
las cosas nos llevará décadas pero
ya
no estamos solos en la cola del INEM,
en
los mercados, en las residencias.
Si
quieres un cambio empieza por ser
honesto
contigo mismo. Que un día
no
se te caiga la cara de vergüenza
y
puedas decirle a tu hijo: El futuro
comenzó
un 15 de mayo.
Si
no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir,
se leía en una pintada junto a la boca
del metro. Dormimos bien poco aquellas
noches:
estábamos soñando el futuro con los
ojos abiertos.
Ángel Petisme. El dinero es un perro que no pide caricias.
Gobierrno de Aragón, 2015
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