Vivo
Antes que el proyecto de mis actos,
Antes de que se cumpla mañana,
Antes que el recuerdo,
Deseo al atardecer
Que llegues al ágora y estés con sonrisa de magnolia.
Que acerques tu mano y roces el agua,
el instante infinito y pequeño de tu crecimiento.
Se aman
Desde el tallo, la flor,
En el ábside, abrazo.
La luz seminal.
Así el tiempo cabalga sobre el músculo terso.
Domina la carne en su mandato sin tregua
y perpetúa los cuerpos en su instante sin reposo.
El débito del curso de la sangre,
el placer rompiéndonos en voz primitiva.
Cadena donde no cabe otra escritura.
Ignorancia insertada.
Así cabrá en mi mano el puente de tu cuerpo,
la línea de magia que dibujas con tu aliento.
El salto que pones en mi vientre
y de súbito ya es viaje
a la tierra ilimitada que siempre presentimos.
El tiempo de la cima es vuelo con nosotros.
Barrio del sur
La ciudad no llegaba a aquellas casas.
Casas medidas con el nombre del hambre,
vasallaje proletario del pan comprado caro
con las horas extras del amanecer y de la noche.
Pero
abrigo mejor que el de otros tiempos umbríos.
La ciudad era aquello:
El campo
arrancaba ante el escalón recién hecho del último portal.
La ciudad crecía,
Estaba a dos pasos de la puesta de sol,
Y un puente de palabras, de vecindad importada,
traída, importada también con ellos,
los unía y comunicaba
como un último camino de extinción de aquello que eran.
Invitación
Si mi mano tiene su hueco lleno de riqueza, pongo la mesa y te llamo,
comparto contigo, no las sobras sino el venero de la luz.
Es a este lado azul de una esfera inatrapable,
donde la ofrenda ocurre como forma de riqueza.
del hálito intemporal de la Tierra y el Hombre.
Regresa a tu hueco.
Ya sabes que al otro lado te queman la tierra
y hablan solo del orden del dinero.
La noticia del hambre, la miseria, la muerte, la guerra...
adornan la sobremesa como una página de inevitables sucesos.
Elige tu ágape y tu silla.
Cronología de la memoria
No elegí tantas cosas con que me veis
como un árbol ya definitivo.
No elegí el dolor con que matan los malos.
No elegí el día de mi llegada,
ni del regreso al polvo.
No evoco alimentando la panza de los días alargados
porque vivo en las sendas camineras
sobre andamios constructores.
Aunque arranco las páginas del crimen,
de opresores, tiranos, actores del mentir.
Con un trazo humano lo tacho.
Y abro su erial y traigo a su mantel
pan en palabra de los vivos buenos.
Proa de esperanza
Contra el viento.
Crecimiento interior
Crecer deviene de muertes,
de luces perdidas y apagadas,
de heridas deformes
que te amplían los muros del alma,
de elegidas renuncias,
de cimas rodeadas.
Homenaje a los disidentes
Siempre hay una voz que habla desde el tiempo oscuro.
Desde la caja armada sin ventanas.
Armada desde fuera como un contenedor maldito,
con las razones deshechas y expropiadas.
Con sus razones donde no hay ser humano.
Los que administran dioses
dicen que te dan la vida eterna, si obedeces.
El dinero compra las muros y te da miseria.
Siempre fueron de la mano
para encajarnos sumisos.
siempre hay una voz que abre la luz
con sus gritos de raíz
que dice que hay sol,
que en el tiempo caben todas las palabras.
Marcelo Díaz. A tiempo II. 2013
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