A
Teresa, mi hermana
Nítidos,
nos tocamos el humo de las manos
y se
endurece
en
un obelisco del gesto.
Está
claro que juntos pisaremos
los
astros de la acera,
esa
luz que se aleja
hundiéndose
en los charcos.
Está
claro que es nuestra la memoria.
Son
nuestros los destinos contrariados,
pero
también variados tránsitos
razonablemente
felices.
La
vieja casa nos espera abierta
sobre
una mirada reciente.
Es
ella quien nos mira.
Nosotros
somos
su
espontánea trascendencia;
su
efímera memoria, quizá no transmisible.
No
espero algún tesoro de los cuerpos que fueron.
Pero
acuérdate,
nuestros
nombres serán la luz
que
desde aquí siempre fue nuestra.
Serán
el mar con la sangre que lo conduce
a
través de sus reverberaciones.
Sí,
desde aquí seremos
nosotros
mismos,
con
una insistencia sonámbula.
José Juan Martínez Ferreiro. De “Las páginas del agua” (Ed. LUPI, Bilbao 2017)
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