Para Javier Berros
Siempre me ignoraban
y las cogían a ellas
cuando unas y otro hacíamos dedo los domingos en los setenta
para ir a cualquier playa que nos llevaran.
Lo cierto es que ninguna se negaba a subir (a escasos metros
de mi rechazo). Ninguna obligaba a quien la paraba
a recogerme a mí solidariamente como condición.
Tampoco se negaban mis amigas a entrar gratis en las discotecas
mientras yo pagaba. Ellas interesaban mucho
más que yo, claro. Y accedían.
Todos accedíamos a la discriminación.
Por eso, algunas de esas crías con las que me manifesté el 8 de marzo
deberían tener esto en cuenta
antes de desacreditar al masculino plural, porque hay tipos
como yo que también saben lo que es.
Lo que es salir perdiendo.
Un poema de Los exentos
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