MI PADRE me enseñó a manejar la hoz,
no quería que ella me diera de comer
pero me decía que en este mundo nunca se sabe.
––quien tiene un pedazo de tierra y una hoz
no pasará hambre.
Segué trigo, cebada, garbanzos...
mi dedo índice lo sabe,
un día estuvo a punto de acompañarlos dentro de una alpaca.
Mi padre me enseñó a despreciar todo lo superfluo,
a no acumular, a ser sobrio,
a apreciar la riqueza que es vivir en austeridad.
––cuanto más te cargues de cosas más te costará andar con ellas.
Mi padre me enseñó a no discutir,
porque la razón navega por el centro de un río
y es imposible que no toque las dos orillas.
––Aunque cada uno decide en qué orilla quiere estar,
invita amablemente a tu ribera.
Mi padre me enseñó a hablar solo lo imprescindible.
––Cada vez que hables,
acompáñate de una palabra de afecto.
Va por ti, padre,
este poema.
Antonio Orihuela. Esperar Sentado. Ed. Ruleta Rusa, 2017
Vaya por él su lectura.
ResponderEliminarPara él y para ti, enhorabuena por la cordura, la sencillez y el acierto. Abrazos amigo
ResponderEliminar