documentos de pensamiento radical

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jueves, 20 de septiembre de 2018

ELEGÍA ESPAÑOLA de FRANCISCO FORTUNY




esta España de todos los demonios…
           Biedma


e
M

duele la indolencia,

la indolencia inducida del que sufre
como vulgo solemne
la acidia de ese azufre
de cáustica inclemencia
que está que arde, pero deja indemne,
que es nunca adolecer de adolescencia:
no dolerse de infiernos
de vejez verde pocha prematura
es hielo en fría entraña
cadavérica: lo siento por mi España
de los actuales tiempos postmodernos
toro al cual le castraran su bravura
los monteros de Franco y su traílla
atada y bien atada con morcilla
y tanto amé, y que me pagó con cuernos:

ya no me duele nada que esa logia
secreta que impertérrita dirige
a voces el cotarro
político en su alza
de ritual demagogia —que nos calza
un zapato que inflige
severas estrecheces— con mentiras
convenza al necio; o que sus pies de barro
de ídolo que exige
sacrificios humanos en sus piras
en aras de una inmunda propaganda
contra raros herejes en peligro
de extinción por veraces en demanda
de justicia, me pisen por gallina
y no me duela —y, si me duele, emigro
a Babia, o bebo grogui
opiácea medicina
de chamán, o de yogui
adapto pose, o tomo
un hipnótico filtro
de amor por el progromo
de distintos, que me hunde en la ignominia,
la insolidaridad común, la minia-
tura del alma al uso, o bien me empiltro
en íntima anodinia
haciendo el avestruz, con la meolla
hundida bajo almohadas
sin hadas, mas con almo
seguro fugitivo de farfolla
sin alma, con mi salmo
de gracias al Merkurio redivivo
entonando consignas por la olla
podrida y cada día
más vacía, y alzando siempre el recto:

ya no me duele nada
que me den, si me rajo, y a mi rajo y
me da un fatal ataque,
y me dan por el mismo de esto cada
vez que les venga bien un desperfecto
hacerme bocabajo y,
por insania de trepa heliotropismo,
permito que me atraque
el sin vergüenza dictador electo,
siervo del hampa impune
del resurrecto neocapitalismo
con que indigente mi razón infecto,
aun sintiéndome inmune
por contagio inconsciente de cinismo.
(Ya tengo acostumbrado mi intelecto
a pensar el abismo trascendente
del Origen remoto, cataclismo
con que un ignoto Dios el cosmos crea.
Y es bellísima Idea la de un Ente
que se tiró Legislativo el Cuesco
Cósmico; y, bueno, lo demás, qué importa.)

Bien sé que ya estoy roto
para siempre, sin frente —por la torta
que sufro por devoto
a mi voto dantesco
de reata o amén—, y así consiente
mi psique la indolencia del simiesco
voluntario ingresado en este coto
del mundo entontecido, o abstinente,
propia del «ande yo caliente y fresco,
que esto no hay quien lo cambie». (Pero noto
la ausencia del deseo de justicia
y libertad que, cuando adolescente,
integrando miedoso la milicia
contra la dictadura,
nutrieron mi valiente
alma sana, inmadura,
que ahora siente y consiente y no se duele
de que el poder chorizo se la cuele
con cruel doblez pero perenne calma,
en pocha y empachada chafadura.)

Dejadme que me den: ya no hay remedio:
en España tenemos democracia:
que nadie se permita la acrobacia
de algún salto de altura
sobre la cerca que defiende el predio
del inquiriente oficio
político correcto que censura
sin equidad ni juicio
las voces disidentes, de basura,
de los que intentan, malos,
dar a luz obvias pistas
diciéndonos verdades terroristas:


«Nos metieron en guerra
con Irak como falos
adúlteros en higo
ajeno, y por lo tanto el enemigo
contestó masacrando al inocente
con táctica gamberra
de Terror, expulsando al presidente
de su beligerante presidencia
y dándosela a un títere, si a ultranza
obsesionado con la competencia
en plural, Belarmino incompetente
que ha querido cargarse la enseñanza
en España, y dejarla en la indolencia
maleducada y dócil, pero bruta,
de un pueblo de ignorantes obediente
al astuto Batuta
sumiso al Capi de la facha Merka,
que, chulo y prostituta,
se nos papean hasta el desperdicio:

Se nos vendió a la mafia que gobierna
Europa en beneficio
del boreal y bárbaro fenicio,
que mal nos mete mano, y aun la pierna
nos cocea inclemente y en el ano
nos mete su pistola
con amenaza, y sisa
y nos desangra y además nos pisa
como gallo en corral a la española
con pernada de iure
legislada por grupos de las Cortes
que no hay Dios que conjure
y enseñorea y castra y nos vïola
con todos sus recortes.»

Tampoco a mí me dolería España
y me sería todo indiferente
si no me resultara tan extraña
esa mansa indolencia de la gente
que, jóvenes aún, son como ancianos
que ya no tienen fuegos
en vena, ni terapia
existe que los salve de sus egos
vulgares y profanos,
más sordos que una tapia.

(Porque, al fin, ciudadanos
no los de ultraderecha—,
si nunca nos ponemos
en pie ni nunca audaces —que podemos—
andamos solidarios la vía Apia,
que sabemos estrecha—
contra el/la capital del Capitoste,
ya os digo que capaces no seremos
de minar el ruinoso y terco soste-
nimiento del tirano
con disfraz democrático
con todo su fanático
cortejo chupasangre, gran Hermano
de Orwell, que el poder y que el dominio
necesitan, y el mando,
porque sin él son nada, y nos van dando
mediante lenocinio
por donde duele, haciéndose más fuertes;
y cada día de indolentes muertes
del espíritu libre nos gozamos
por ese patrocinio que pagamos
aceptando la estafa
de ponernos en contra
de nuestros intereses, y nos chafa.
Y para mí ya son tra-
jines demasïados
convencer a los ruines que, soldados
sin sueldo, a los ladrones enemigos
dan la razón, tocando los testigos
del amigo, al que atacan, con indignas,
fraudulentas consignas
salidas de la tele,
esa única verdad indiscutible,
esa nueva Palabra Revelada.
Y pierden otra vez el imperdible,
sin que nada de nada
les importe, en su alele,
que los dejen en cueros sin pañales.)

Me duele la analgesia,
y la resignación, y el ser conforme
al poder oligarca
que detentan los nazicapitales,
y al mensaje sub limen de su iglesia,
con que os tienen ya puesto el uniforme,
si repetís: «más vale malo —carca
conocido que bueno...: son iguales
los políticos todos» (¡es lo mismo
lo formal, por lo tanto, que lo informe
y que la democracia el despotismo!).

Me duele esa anüencia
con el mal y este engaño tan enorme
que va acabar con toda mi paciencia.

Mejor es no sufrir: que nada duela.
mejor es no sentir malo ni bueno:
vayamos a la escuela
de la ineducación por el veneno
en dosis cada vez más progresivas
y salgamos contentos por costumbre:
pasemos de ser vivas
almas a cuerpos sin calor ni lumbre,
carne para el Parásito, el Vampiro
o, en fin, el Cagatintas que lo avala.

(Que si un día me pongo yo de mala
leche, lo mismo hasta me pego un tiro.)




Francisco Fortuny. Sapere Aude Raps. Litoral / Naufragios. 2018

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