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sábado, 2 de julio de 2022

¿Por qué la llaman Caperucita cuando quieren decir sexo?



 

Velázquez estaba desesperado, era imposible que la infanta Margarita permaneciese quieta un momento mientras posaba para el cuadro. Se dice que al Pintor de la Corte no se le ocurrió mejor idea que contarle un cuento a la niña (de unos siete años, entonces) y es probable que el cuento fuese el de Caperucita Roja y que el mastín que aparece a la derecha de Las Meninas encarnase, en aquel contexto, al Lobo, pasando el narrador por alto “la belleza sin vanidad, la fortaleza sin soberbia y la valentía sin ferocidad” con que finalmente lo retrató.

Nada de esto es improbable. Por el siglo XVII Caperucita Roja andaba ya por la tradición oral europea, aunque no fue hasta 1697 cuando la versión impresa de Charles Perrault concedió al cuento categoría literaria e impulsó la enorme popularidad que ha alcanzado. La Caperucita de Perrault dibuja a una protagonista extremadamente inocente, no advertida por su madre de los peligros del bosque; se cuenta allí que la niña, al llegar a casa de su abuela, confía en las palabras del lobo disfrazado y, obediente, “se desviste y se mete en la cama”; las palabras finales del cuento son: “Y diciendo estas palabras (para comerte mejor), este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió”.

En 1815 los hermanos Grimm publicaron una versión profundamente modificada que, incardinando el cuento en una nueva tradición oral, es la que se ha ido imponiendo hasta hoy. Esta Caperucita es transgresora (desobedece las advertencias de su madre), a pesar de lo cual se salva, pues la milagrosa irrupción del cazador en la escena final permite que la niña y su abuela salgan del vientre del lobo y que éste, con su cuerpo lleno de piedras, acabe su vida en el fondo del río.

Quisieron así los Grimm tranquilizar a las niñas desobedientes que no hacen caso a los consejos maternos y, con ello, aminoraron mucho la explosiva mezcla de “terror, magia, obsesión por el sexo, muerte, incesto, violación, pedofilia, canibalismo, voyerismo y fetichismo” de la tradición más antigua, según nos cuenta el escritor Gabriel Janer Manila, confeso coleccionista de Caperucitas, de la que acumula casi dos mil versiones en su biblioteca.

Los Grimm –y, con ellos, todo el folklorismo del siglo XIX- entendieron así su labor de rescate y difusión de la literatura tradicional: como una tarea de depuración, estilización y lima de impurezas y, en consecuencia, tarea de perfil dirigista y manipulador, pues hurta al niño oyente el verdadero conflicto y anula en buena medida la utilidad del cuento. “Nos guste o no, los niños necesitan el conflicto, enfrentarse a la verdad, para ser capaces, ya adultos, de reconocerla”, argumenta al respecto Antonio Rodríguez Almodóvar.

Como en el siglo XIX, la manipulación del folklore ha tenido momentos intensos. Entendido como herramienta pedagógica por sistemas totalitarios (de izquierda y de derecha), el folklore –objeto estrechamente ligado a los nacionalismos y otros ismos, no lo olvidemos- ha servido para dirigir conductas, prohibir derechos, velar realidades, encadenar libertades y proclamar pecados. Hoy por hoy, ese afán de controlar el texto folklórico está, por ejemplo, en las muchas voces (con frecuencia institucionalizadas) que condenan  los cuentos de hadas por transmitir arquetipos sexistas o ser en exceso dramáticos para los niños. Como los Grimm, no quieren reconocer la existencia verdaderamente feroz del lobo, y –empeorando a los Grimm- tampoco quieren admitir la posibilidad de un príncipe azul. Ya no hay, pues, ni sueños ni pesadillas.

Sólo cinco años después de ser retratada en Las Meninas, la infanta Margarita fue obligada por su padre, Felipe IV, a contraer matrimonio con el emperador Leopoldo I, veinte años mayor que ella. A los 22 años, Margarita Teresa de Austria murió por sobreparto de su cuarto hijo. ¿Qué versión de Caperucita Roja le contó Velázquez?


María Jesús Ruiz. Un mundo sin libros. Ed. Lamiñarra. Pamplona,  2018

 

1 comentario:

  1. ¿Cómo sería un "Caperucito Rojo y la Loba"? Tal vez alguien debiera escribirlo.

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