“La
producción actual de cereales, que proporcionan la mayor parte de las calorías
de la humanidad, es de unos dos mil millones de toneladas anuales. Esto es
suficiente, en teoría, para alimentar a diez mil millones de hindúes, que
comen básicamente cereales y muy poca carne según los patrones occidentales.
Pero la misma cantidad sólo puede alimentar a dos mil quinientos millones de
norteamericanos, que convierten una gran parte de sus cereales en
ganado y aves de corral”.[1]
[1] Edward O. Wilson, El
futuro de la vida, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona 2002,
p. 54. (El énfasis es mío, J.R.)
...//...
[1] Hoy, el consumo mundial de materiales alcanza la cifra récord de cien mil millones de toneladas al año (con cifras de 2017). El uso insostenible de los recursos destruye la biosfera y la corteza terrestre, pero el reciclaje se está reduciendo: de todo ese inmenso consumo de materiales (más de 13 toneladas per cápita, en promedio) sólo se recicla el 8’6% (y dos años antes era el 9’1%, así que la cosa va a peor).
Véase
Damian Carrington, “World’s consumption of materials hits record 100bn tonnes a
year”, The Guardian, 22 de enero de
2020; https://www.theguardian.com/environment/2020/jan/22/worlds-consumption-of-materials-hits-record-100bn-tonnes-a-year . El artículo se basa en
datos de un informe (The Circularity Gap
Report) que publica anualmente The Circle Economy: https://www.circularity-gap.world/2020
. Véase también el informe de 2019 en https://www.legacy.circularity-gap.world/2019
y https://bfc732f7-80e9-4ba1-b429-7f76cf51627b.filesusr.com/ugd/ad6e59_ba1e4d16c64f44fa94fbd8708eae8e34.pdf
. Por último, algunas reflexiones de Samuel Martín Sosa en este hilo de tuits: https://twitter.com/SamuelMSosa/status/1221790630709465091
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Los Ehrlich tenían razón en denunciar la
superpoblación; Barry Commoner tenía razón en acusar al capitalismo. En aquella controversia, las dos partes
tenían razón. Como
apunta Joel Cohen, “cuántas personas puede soportar la Tierra depende en
parte de cuántas vistan prendas de algodón y cuántas de poliéster; de cuántas
coman filete de vaca y cuántas brotes de soja; de cuántas prefieran los parques
y cuántas los aparcamientos; de cuántas quieran Jaguars con J mayúscula y
cuántas jaguares con j minúscula”.[1] También cabe repensar lo
que decía Raimon Panikkar, en una conferencia de los años noventa: “La
explosión automovilística es más espantosa que la explosión demográfica”.[2]
Entendiendo bien lo que sintetiza este enunciado: más espantosa que la
explosión demográfica es la explosión turística, la bulimia de carne y pescado,
la ansiedad de experiencias, la adoración del dinero, la tecnolatría…
[1] Joel E. Cohen, “How Many People Can the Earth
Support?” The New York Review, 8 de octubre de 1998, p. 31.
“Pero, lejos de someter a
revisión nuestra bulimia consumista y sus consecuencias actuales y futuras,
lejos de enfrentarnos al escándalo moral que supone esta regresión global al
canibalismo, nos aferramos a un estilo de vida construido sobre el privilegio.
Lo expuso con la mayor contundencia el presidente George Bush (padre) con
motivo de la Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Rio de Janeiro: The
American lifestyle is not up for negotiation; el estilo de vida americano
no se negocia.” Imanol Zubero, “¿Superpoblación o sobreconsumo? Malthusianismo
práctico, exclusión global y población sobrante”, Scripta Nova, vol. XIX, nº 506, 2015; http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-506.pdf
[2] Raimon Panikkar, Ecosofía (edición de Jordi Pigem), Fragmenta, Barcelona 2021, p. 73.
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Y también de hegemonía cultural de las ideas equivocadas:
por desgracia, es mucha gente entre los de abajo la que también aspira a los
“modos de vida imperiales” del 1%.
No obstante, hoy las cosas se nos han
puesto más difíciles…
Desde el debate entre los
Erhlich y Commoner ha pasado medio siglo de inacción. Según
estimaciones de muchos científicos estamos atravesando ya “puntos sin retorno”:
umbrales ambientales críticos que pueden llevar a la biosfera a un nuevo
estado, que por lo que barruntamos puede ser muchísimo menos acogedor para la
vida humana (y muchas otras formas de vida).[1] En un
importante estudio de 2009, un grupo de treinta científicos identificó nueve
límites planetarios contra los que hoy están chocando nuestras sociedades.
Según sus cálculos, hemos traspasado ya dos de esos límites, y parcialmente un
tercero: la acumulación de gases de “efecto invernadero”, la contaminación por
nitrógeno y la pérdida de diversidad biológica.[2] Hoy vamos hacia crisis maltusianas, nos advierten los
investigadores e investigadoras a partir del mejor conocimiento científico
disponible.
“Dos escenarios de pesadilla –la escasez global de recursos vitales y el
comienzo de un cambio climático extremo– están empezando ya a converger, y es
muy probable que en las próximas décadas produzcan una oleada de agitación,
rebelión, competitividad y conflicto. Puede que aún sea difícil discernir cómo
será ese tsunami de desastres, pero los expertos advierten de ‘guerras del
agua’ sobre disputados sistemas fluviales, de disturbios alimentarios globales
provocados por las crecientes subidas de los precios de los productos básicos, de
migraciones masivas de refugiados climáticos (que acabarán desencadenando actos
de violencia contra ellos) y de ruptura del orden social o de colapso de los
Estados. Es probable que, al principio, ese caos estalle básicamente en África,
Asia Central y otras zonas del Sur subdesarrollado, pero, con el tiempo, todas
las regiones del planeta se verán afectadas.”[3]
[1] Anthony D. Barnofsky y otros, “Approaching a
state shift in Earth’s biosphere”, Nature, 7 de junio de 2012, p. 52-58.
[2] Johan Rockström y otros,
“A safe operating space for humanity”, Nature, 23 de septiembre de 2009,
p. 472-475.
[3] Michael T. Klare, “De cómo
la escasez de recursos y el cambio climático podrían producir una explosión
global”, publicado en Rebelión el 30 de abril de 2013. Puede consultarse
en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167447
. Klare es autor de The
Race for What's Left: The Global Scramble for the World's Last Resources,
Metropolitan Books 2012. Página personal en http://michaelklare.com/
Otra advertencia: “La humanidad está a punto de
entrar en una etapa en nuestra historia, caracterizada por la penuria de
recursos naturales esenciales (agua, terreno agrícola, alimento) que sólo se
había experimentado a nivel local por nuestra especie.” Carlos Duarte
(coord.), Cambio global. Impacto de la actividad humana sobre el sistema
Tierra, CSIC/ Libros de la Catarata, Madrid 2009, p. 25.
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Por otra parte,
el debate entre los Ehrlich y Barry Commoner en los setenta tiene hoy una
derivada nueva: en cada mano de cada Homo sapiens del planeta mayor de
diez o doce años hay hoy un teléfono móvil, propio o compartido. También en los
países del Sur. Eso significa que el nihilismo consumista occidental, si lo
pensamos como infección, es una enfermedad que afecta ya a todos y todas –también en el Sur, de forma
mayoritaria, se aspira a formas de vida del todo insostenibles (modos de vida
imperiales).
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Ahora
bien, no es porque seamos demasiado numerosos por lo que el 50% de los
alimentos producidos a nivel mundial nunca acaba ni en nuestros platos ni en
nuestros frigoríficos. No es porque seamos demasiado numerosos por lo que la
parte que acaba en nuestros platos o en nuestros frigoríficos llega después de
haber recorrido miles de kilómetros a menudo inútiles. No es porque somos
demasiado numerosos por lo que esta parte implica cada vez más la carne,
especialmente la de vacuno, cuando la alimentación con mucha carne es mala para
la salud. No es porque seamos demasiado numerosos por lo que las empresas
gastan fortunas en publicidad para provocar en la gente artificialmente
necesidades de consumo alienadas, compensación miserable para la pobreza de las
relaciones humanas en esta sociedad. No es porque seamos demasiado numerosos
por lo que las empresas rivalizan en ingenio para que las mercancías que nos
venden se usen y se averíen cada vez más rápido y que no sean reparables. No es
porque seamos demasiado numerosos por lo que los Estados gasten fortunas y
derrochen ingentes recursos en armamento y en materiales de vigilancia y
seguridad. No es porque seamos demasiado numerosos, en fin, por lo que quienes
toman las decisiones económicas y políticas, aunque estén perfectamente
informados de los peligros, rechazan desde hace medio siglo organizar
seriamente la transición hacia un sistema energético basado exclusivamente en
las renovables que bastan ampliamente para satisfacer las necesidades
energéticas de la humanidad.
En realidad, lo habéis comprendido, la causa de estos fenómenos no es la población ni la naturaleza humana sino el capitalismo y la ‘naturaleza’ de esta forma de producción contra natura.
***
. Sin el dolor, ningún vertebrado sobreviviría mucho tiempo. Acabaría desangrado, infectado, amputado, quemado, congelado o aniquilado por los parásitos. El dolor indica un daño en los tejidos que debe ser atendido por el organismo, retirándose del estímulo en ese momento o poniendo remedio al daño si es que sabe y tiene la capacidad de hacerlo. Sobre todo, su función es hacer que el organismo evite en el futuro nuevos daños. El organismo aprende rápidamente cuál fue la causa de su dolor y procura no repetir la experiencia…” Antonio Diéguez, “La inmortalidad implicaría la desaparición del yo, y sólo un yo puede tener experiencias” (entrevista), ctxt, 7de enero de 2018.
Jorge Riechmann. Simbioética. Plaza & Valdés. 2022
Ilustración. Pintura de Juan Carlos Lázaro.
Dicen los expertos que al calentamiento global ya hemos llegado tarde y que la biodiversidad y los espacios están muy comprometidos. Ilusoria presunción, pues, la de que barriendo cada uno su puerta, el planeta quedará limpio.
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