421
En
medio de esta inmensa tormenta que parece amainar aunque sea calamitosa si de
valores hablamos, cuando escribir es una utopía y leer es harto complejo, no
desisto en mi sueño que podría transformarse en realidad el 16 de marzo de
2022, cuando Hilton no me renueve el contrato, deba finiquitarme y yo tratando ya,
con tiempo, de buscarme residencia y algo de financiación en Japón para
escribir Poeta en Fukushima y además, tratar de dar charlas a
estudiantes de español, conferencias sobre mi vida y obra, buscar traductores y
editores… O nos obligamos a parecer lo que ya somos (escritor, artista) porque
sólo serlo no es suficiente. Ya he enviado correos a los ayuntamientos de
Otaru, ciudad portuaria cercana a Sapporo, además de al museo de Fukushima.
Aunque sé que Okuma es la ciudad más cercana a la central de Fukushima. Y ya
noto los versos brotar. Los siento. Así como esa paz nipona que me devuelve a
un paleolítico sin más habitantes que yo mismo. En resumidas cuentas, este
asunto me recuerda que debo intentar tratar de la escritura aunque esto sea una
completa utopía. Al menos no daré cursos creativos de autor. No me gusta
la gente. Tampoco estafarla.
423
Joan,
al que conocí hace algunos meses en Sal y que desea que colaboremos en negocios
porque piensa mudarse a Cabo Verde, me envía una docena de fotos de la
biblioteca de su hermana que quiere echar abajo. Me dice que me trae lo que
desee. Y yo, tras revisarla, sólo encuentro atractivo una edición muy menor del
Anticristo de Nietzsche, que además, ya tengo en versión notable. Cuando
le comento todo esto me lo agradece pero comete el error de enviarme el mensaje
que era para su hermana contra mí: «Ya te dije yo que era muy rarito». Cuando
se dio cuenta me pidió disculpas. Y yo se las acepté. Porque el problema de
todo esto no es sólo que alguien equivoque el envío de un mensaje. Tampoco que
quieran deshacerse de una librería, por muy penosa que sea. Lo lamentable es
que había varias ediciones de premios Planeta así como casi todo lo de
Paulo Coelho, más numerosos libros de autoayuda. Porque raritos sólo son
los que leen bazofia y luego se quieren deshacer de ella sin aún haber comprendido
que todo aquel fardo de décadas era sólo eso: bazofia.
434
Yo creo que
la mejor manera de seguir al margen de los poetas actuales es seguir votando a
Vox. Porque así está el patio.
444
Cuando
presenté en Málaga (librería Luces) me compré un libro a lo loco. Y este fue La
jodida intensidad de vivir, de un tal Esteban Beltrán Verdes, editado por
Vaso roto. He de decir que hasta hoy ni le había quitado el plástico que lo
envolvía; y que leyendo la sinopsis he descubierto uno de los momentos de lo
que va de siglo: «a través de un lenguaje descarnado repleto de exabruptos medidos».
¿Exabruptos medidos? ¿Se puede ser más cursi? ¿Acaso hablamos de un etarra que
sólo dispara a los tobillos? Luego he descubierto que el autor es el director
en España de Amnistía internacional, lo cual me deja algo preocupado. Cuando lo
lea sabré si estoy errado o no.
446
El
problema es que después de la foto la gente sigue posando. Y así es imposible.
454
Titular
de ABC: «Ida Vitale: ¿Qué me queda por hacer? Escribir un libro que
valga la pena». Pues probablemente sea cierto. Porque aquel poemario que leí:
inteligible.
455
Pablo
Carbonell, el del agüita amarilla, escribe un libro, ¡y se lo publican!,
donde dice que lo que leeremos (en realidad, leerán, porque yo…) es una
demolición ficcionada del estrellato musical. Lo de ficcionada es
como todo: nadie dice la verdad, y cuando trata de decirla, lo oculta bajo
siglas, apodos u otros inventos. Alardea mucho de que ya no toma zarpa;
tristemente no se enorgullece de tantos años tomándola.
464
«Hoy
he dado una charla en la universidad y he tenido un auditorio tan atento e
interesado, que vengo esperanzado, feliz. Han redoblado mi fe en el futuro»,
Braulio Ortiz Poole (poeta y redactor de cultura). Y hasta aquí podemos leer.
475
Tras
el Nobel llegan el Goncourt, el Camoes, el Neustadt y el Booker. Y en los cinco
casos los ganadores han sido escritores africanos: cuatro negros y uno blanco.
Son menos originales la progresía dando premios que los chinos fabricando. Y
espero que Miren Elorduy, tan precursora ella, abra ahora una librería donde
sólo se vendan libros escritos por negros –luego, si le va bien, que abra la de
negras– donde si yo fuera el encargado emitiría por los altavoces, en un loop
sin fin, el estribillo de Georgie Dann mami qué será lo que tiene el
negro. Tremenda, por cierto, la crónica a estos hechos que la sección Planeta
Futuro de El País firma desde Gran Canaria Ángeles Jurado, donde sin
rubor alguno analiza a África como «muy creativa». Añade, además, que «Lagos es
una ciudad muy literaria». Pues tendremos que ir a visitarla, sobre todo, para
desacreditarla. Dios, con el insoportable timoratismo.
539
Hughes
me contacta para decirme que a Pablo, según el titular del ABC, lo persigue el
PCCh y acabarán echándolo del país por dos reportajes en la última semana –¡oh,
casualidad!– en donde decía ciertas verdades –siquiera todas– del jefe de la
mayor banda terrorista: Xi Jinping, capo esencial del Partido Comunista chino.
La estafa de Pablo es mayúscula: él ya había decidido mudarse a Córdoba, su
ciudad natal, donde reside de avanzadilla su pareja. Por lo que, por favor,
llamemos a las cosas por su nombre: estafa. Porque durante los más de quince
años anteriores, Pablo escribía las crónicas con kilos de vaselina. Y no porque
el teclado estuviera atrancado, sino porque era su ano el que recibía altas
dosis de ese ungüento para poder seguir, no ya con vida, sino con la cabeza
bien baja paseando entre Sanlitun y Guomao. Pero bueno, esa táctica es la que
realizan todos los corresponsales en China. Porque los tres o cuatro que
trataron de ser audaces fueron despedidos del país. Y si en China ejerces de periodista
y tras quince años ninguna herida es que no ejercites tu labor.
Joaquín Campos. Pedagogía. Ed. Sr. Scott. 2023
Parece envuelto en una aureola goliardesca que él maneja a su antojo.
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