documentos de pensamiento radical

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lunes, 17 de abril de 2023

BAILAR ENCADENADOS de JORGE RIECHMANN (fragmento V)

 


Excurso: desplazamientos de la Gran Ameba

 

Se podría responder: los sistemas sociotécnicos no siguen rutas predeterminadas, inexorables. “La política –a todas las escalas– importa. Es importante que el capitalismo funcione con combustibles fósiles y no energía hidráulica: no hay nada ‘automático’ en ese resultado”, dice toda una profesora de Stanford especialista en historia de la ciencia y la tecnología.[1] Pero debería resultar obvio que los combustibles fósiles son congruentes con el capitalismo por toda una serie de características objetivas (densidad energética, escalabilidad del uso, facilidad para la apropiación privada, versatilidad para el almacenamiento y transporte…) que no posee el aprovechamiento de la fuerza de los ríos; no es casual que, aunque los principios físicos de la electricidad fotovoltaica se conocieran desde el siglo XIX (la primera célula solar fue fabricada por Charles Fritts en 1884, y estaba formada por selenio recubierto de una fina capa de oro), el capitalismo haya optado por el uso masivo de carbón y petróleo. Lo “automático” aquí es deslizarse por las pendientes del mínimo esfuerzo y la máxima recompensa (todavía más previsible en un entorno de megaempresas y Estados-nación compitiendo entre sí): y ello no es inevitable para seres libres (aunque sometidos a toda clase de determinaciones) como el ánthropos, pero sí máximamente probable.

 

El ensayista estadounidense Nate Hagens, antaño profesional de elevada posición en Wall Street y hoy ecologista experto en energía, ha propuesto una perturbadora pero acertada imagen del “superorganismo humano” como Gran Ameba.

El superorganismo (al que aquí llamaré cariñosamente la Ameba) no piensa; utilizando el excedente financiero optimizado por el mercado, avanza deslizándose, absorbiendo a los majetes que viven con baja entropía, mirando exclusivamente a corto plazo el camino que se encuentra justo enfrente; y sólo cambia el rumbo cuando puede recolectar más.[2]

 

La Gran Ameba adelanta un pseudópodo para apoderarse del siguiente yacimiento de exergía (o materia-energía de baja entropía). Quizá podría emitir igualmente un pseudópodo que se volviese sobre ella misma, tornándose reflexiva (ah, la suprema importancia de los bucles de realimentación…). Pero lo segundo exige mucho más esfuerzo. Si la Gran Ameba se deja caer por su pendiente deslizante (llamémoslo Maximum Power Principle),[3] básicamente emitirá pseudópodos de la primera especie.

 

Y, en efecto, así parece comportarse el superorganismo humano en casi todas las circunstancias… La sociedad humana, escribe Ugo Bardi, “tal como es hoy en día, no parece mostrar ningún signo de inteligencia colectiva. No es un ‘cerebro’, no es capaz planificar para el futuro, simplemente va dando tumbos hacia adelante, explotando los recursos disponibles”.[4] Y así nos va.

Muchos de nosotros, si decidiéramos individualmente, no hay duda de que elegiríamos la vía de la moderación. Y si fueran grupos pequeños y cohesionados, probablemente mucho más. Pero la tragedia es que en este mundo enorme y fragmentado en el que vivimos no existe nada parecido a una sabiduría colectiva, y en lugar de comportarnos como un superorganismo inteligente nos comportamos como las bacterias en una placa de Petri o las levaduras en un tanque de fermentación. ¿Existe solución a esta situación? Quisiera pensar que sí. De hecho somos muchos y muchas quienes pensamos que sí, a pesar de las enormes dificultades, y nos negamos a arrojar la toalla. Y espero que seamos cada vez más…[5]



[1] Gabrielle Hecht en “Taking on the technosphere: A kitchen debate” (junto con Paul N. Edwards), The Technosphere Magazine, 29 de mayo de 2019; https://technosphere-magazine.hkw.de/p/Taking-on-the-Technosphere-A-Kitchen-Debate-4TGo3PL5LWM7JydaVdQPHC

[2] Continúa así su reflexión: “Esta recolección, cuando se suman los 7.300 millones de ‘votos’, termina buscando energía bruta que quemar y la transfiere a unos pocos micro-litros de neurotransmisores. La Ameba no piensa en energía neta porque está más allá de su horizonte visual (aunque últimamente reconoce con cierta dificultad que algo no está yendo bien). Y a la Ameba, desde luego, no le preocupan lo más mínimo las externalidades. No puede verlas, a menos que le bloqueen el camino de acceso a la recolección de baja entropía.

La Ameba terrestre se encontró en su camino con algunos baches en los años 70 del siglo XX. La Tasa de Retorno Energético (TRE) llegó a un máximo y comenzó a disminuir. Los problemas del sistema monetario obligaron a Nixon a salirse del patrón oro y desde ese momento en adelante no existe una moneda en la Tierra que tenga un recurso natural vinculado a ella, y todo el dinero se crea de la nada; el 95% aproximadamente a través de créditos bancarios comerciales, que siguen la misma regla en todos los países.

Comenzamos entonces con la globalización, para dedicar a las dendritas de la Ameba a succionar entropía de las regiones geográficas con menor coste. Aprovechamos la tecnología para construir una máquina térmica más grande. Y lo más importante (y peligroso), comenzamos a utilizar la deuda y el crédito como formas de traernos los recursos futuros hacia el presente. Nada de esto se hizo de forma consciente: fue una simple reacción a los deseos y necesidades de las masas en cada tiempo, para seguir funcionando a base de ir agregando los beneficios optimizados de las mini-amebas. [Esta parte de la narración de Hagens es la que hay que cuestionar, claro está… No han sido “los deseos y necesidades de las masas”, sino las opciones de la clase dominante y el mecanismo autoexpansivo de la acumulación de capital. Pero sigamos.]

Cada vez que una espita energética se va cerrando, surgen nuevas reglas o inyecciones monetarias que suavizan la trayectoria. En las primeras etapas, todavía existía una carrera armamentística entre la energía y el dinero. En 2008 quedó claro que los bancos comerciales y los mercados del crédito privado ya no podían seguir alimentando adecuadamente a la Ameba. Por tanto, se saltaron la jerarquía y comenzaron a gestionar directamente y a la vista de todos el acceso a la espita monetaria, que llegaron a abrir de forma considerable. En un momento en el que el coste real del capital (el petróleo) estaba aumentando, se inundó el mundo de créditos a bajo interés, convirtiendo el dinero en algo prácticamente gratuito.

Pero crearon demasiado y el gran cuerpo se vio imposibilitado de generar algún tipo de crecimiento con sentido y ahora nos encontramos en un pulso deflacionario preliminar. En la actualidad, aproximadamente un 30% de los bonos de los gobiernos del mundo tienen rendimientos negativos y alrededor del 90% tienen rendimientos inferiores al 2%. Las entidades gubernamentales de los gobiernos de Japón y Europa están comprando bonos a un ritmo tal que en el plazo de diez años les darán la propiedad completa de todos los bonos emitidos (los gobiernos están comprando dinero para comprar bienes que requieren energía y por tanto, también están garantizando -y comprando- los mismos bonos en el mercado abierto).

El mayor supuesto falso sobre el que se apoya la sociedad moderna es que el dinero y la energía son intercambiables y que todos los dólares pasados, presentes y futuros (o yenes o euros, etc.) son iguales y se convertirán en los bienes que el dinero representa. (…) Estamos ahora en una situación en la que la OCDE (descontando los derivados financieros, que son en su mayoría simplemente hipotéticos y no suponen reclamaciones sobre activos físicos) tiene unos 300 billones de dólares de lo que ‘la gente cree que posee’ en términos de stocks, bonos, depósitos, dinero, etc. de la OCDE, frente a los 80 billones de lo que se denominan ‘ingresos’ del PIB mundial anual. Es el mayor esquema de estafa piramidal (esquema Ponzi) que jamás se haya visto en este (u otro) planeta.” Nate Hagens, “¿Qué sucedería si los paneles fotovoltaicos fuesen gratuitos?”, en Crisis energética, 3 de octubre de 2016; http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=20161003140431501

Los 7.300 millones que éramos cuando Hagens escribió este texto ya nos hemos convertido en 8.000 millones (2022).

[3] El “Maximum Power Principle” intuido por diversos biólogos desde tiempos de Lotka fue enunciado por Howard T. Odum en estos términos: “Durante la auto-organización, se desarrollan y prevalecen diseños de sistemas que maximizan el consumo de energía y su transformación, así como aquellos usos que refuerzan la producción y la eficiencia”, leemos en la Wikipedia (https://en.wikipedia.org/wiki/Maximum_power_principle ; trad. mía, J.R.). Desde la biología evolucionista se ha sugerido también una importante Constructal Law (https://en.wikipedia.org/wiki/Constructal_law ).

                “Todos queremos más”, enseña una canción de la que se han hecho múltiples versiones (hay una, por ejemplo, de Peret). El “Maximum Power Principle” viene a ser el “todos queremos más” elevado a rango de conjetura científica de alto nivel. El gran desafío es vencer esa conventional wisdom y ser capaces de afirmar: lo suficiente basta.

[4] Ugo Bardi, “Are our leaders mad, stupid, or evil? Or all the three things together?”, blog Cassandra’s Legacy, 14 de abril de 2018; http://cassandralegacy.blogspot.com.es/2018/04/are-our-leaders-mad-stupid-or-evil-or.html

[5] Juan Carlos Barba: “Es imprescindible dejar de pensar en el crecimiento económico”, El Confidencial, 21 de abril de 2017; http://blogs.elconfidencial.com/economia/grafico-de-la-semana/2017-04-21/dejar-pensar-crecimiento-economico-calentamiento-global_1370039/ . Reflexión adicional de Nate Hagens sobre la Gran Ameba en http://tratarde.org/presentaciones-del-simposio-de-la-international-society-for-biophysical-economics-en-montana-junio-de-2017/


 Jorge Riechmann. Bailar encadenados. Pequeña filosofía de la libertad. (y sobre los conflictos en el ejercicio de las libertades en tiempos de restricciones ecológicas). Ed. Icaria. 2023

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