Libertad limitada por las libertades de los otros (humanos y no humanos)
Mientras sigamos entendiendo la libertad/ como un espacio acotado/ donde
dar rienda suelta a nuestros goces privados,/ la libertad será un coto,/ pero
de caza.// Los libres que tengan dinero serán cazadores.// Los libres que no
tengan dinero// serán// serán// serán[1]
Antonio Orihuela
Mi maestro [Alberto Caeiro] odiaba la ambición. Un día le dije que deseaba
ser el más libre del mundo. “Álvaro de Campos –me respondió–, usted es lo que
es y nada más”.[2]
Álvaro de Campos (heterónimo de Fernando Pessoa)
Libros hondos y
poderosos sobre la libertad, como Esta
vida de Martin Hägglund (Capitán Swing, Madrid 2022), pueden pasar de lado
y ajenos al verdadero “tema de nuestro tiempo”, la cuestión central de nuestra
época: la crisis ecológico-social.[3]
Pero nosotros no podemos permitirnos semejante error.
¿Abandonar el buenismo?
Alguien decía en
Twitter, en la dolorosa resaca de las elecciones andaluzas del 19 de junio de
2022: “O la izquierda abandona el feminismo y el buenismo o no vuelve a ganar unas
elecciones”. El buenismo, como se sabe, incluye el ecologismo, el animalismo,
la crítica anticolonial y algunos ingredientes más. Se nos insta, desde
diferentes lugares, a deshacernos de lo que serían escrúpulos morales de poco
peso para volvernos eficaces en política.
Hoy, los potentes
ácidos de la codicia y la corrupción corroen los vínculos sociales, y vuelven
patética la imprescindible idea de bien común. El cinismo atmosférico imperante
no deja de carcajearse del “buenismo”. ¿Qué está en juego? ¿De verdad se trata
de lujos morales para narcisistas entregados a “cultivar su estampita de seres de luz en un mundo sin
historia”,[4]
como se nos sugiere más de una vez en los acalorados debates del
“Twitter de las izquierdas”? Voy a proponer una breve reflexión centrada en las
cuestiones ecológicas.
Hay dos supuestos
erróneos en las admoniciones de “buenismo” e irrealismo que se dirigen muchas
veces contra los movimientos ecologistas; el primer error con más elementos
fácticos y el segundo con más elementos normativos. Veamos.
A) La crisis ecológico-social no es para tanto;
aún disponemos de bastante tiempo para reaccionar. Este supuesto erróneo no
termina de captar la situación básica en que nos encontramos: extralimitación
ecológica (overshoot es el término
clave en inglés). Pero nos hallamos en un tiempo de extrema emergencia (un tiempo de descuento, he dicho yo otras
veces), y aquí lo único que cabe replicar es: por favor, estudie usted. Atienda
a los resultados que ponen sobre la mesa climatólogos, ecólogas, geólogos,
físicas termodinámicas, zoológos, biólogas de poblaciones, edafólogos, hidrólogas,
etc. Trate de hacerse cargo de la realidad biofísica en que se encuentra Homo sapiens en el tercer planeta del
Sistema solar (más allá de las realidades sociopolíticas que sin duda merecen
también nuestra atención).[5]
B) El antropocentrismo está justificado. Si
en el primer error dominan cuestiones de hecho, podría parecer que éste es un
asunto puramente normativo. Vivo en el seno de una cultura que me enseña que lo
único que de verdad cuenta moralmente son los seres humanos: ¿por qué debería
desafiar ese poderoso supuesto cultural, alejándome con ello de las mayorías
sociales sobre las que quiero influir políticamente? Bueno, sucede que el
antropocentrismo –como suele repetir la profesora Marta Tafalla de la UAB– no
es sólo un grave error ético (que convalida formas de dominación que deberían
cuestionarse), sino también un fallo cognitivo.[6]
El antropocentrismo nos impide apreciar bien cuál es nuestra verdadera
situación en el cosmos y –sobre todo– en la biosfera del planeta Tierra; y así
nos induce a tomar malas decisiones. Decisiones contraproductivas que se vuelven contra nosotras mismas: el
calentamiento global no es sólo el mayor “fallo del mercado” de la historia
humana, como se ha dicho alguna vez, sino un testimonio de ese extravío
ontológico donde nos encontramos. Tratar de dominar demasiado, como he
argumentado otras veces, se vuelve en contra del propio dominador (se podría
hablar aquí de “efecto bumerán”).[7]
Dos errores graves,
por tanto: ni podemos dar por bueno el antropocentrismo, ni nos hallamos en un
“mundo vacío” (en términos ecológicos: un mundo con mucha naturaleza y pocos
seres humanos) como era el caso hasta ayer mismo. En un “mundo lleno” o
saturado ecológicamente (un mundo con muchos seres humanos y poca naturaleza),
decisiones que hasta ayer podían parecer éticamente indiferentes cobran un
sentido nuevo. Traer una nueva vida humana al mundo, por ejemplo, no significa
lo mismo si hay sobrepoblación que si no la hay.[8]
Cazar o comer carne no significan lo mismo si somos un millón de Homo sapiens que si somos ocho mil
millones.[9]
En fin, no nos
engañemos: casi todas las veces en que se emplea el término buenismo en
las controversias actuales, la referencia es todo lo que no se acomode al
cinismo atmosférico que lleva ya decenios enseñoreándose de la esfera intelectual
española.
[1] Antonio
Orihuela, LA LIBERTAD GUIADA POR LOS NEOLIBERALES, Salirse de la fila, Amargord, Madrid 2015, p. 57.
[2] Fernando
Pessoa, Un corazón de nadie (antología
poética) (edición de Ángel Campos Pámpano), Galaxia Gutenberg, Barcelona 2013,
p. 627.
[3] Y ello es
así pese a episódicas referencias a objetivos de sostenibilidad y pese a lo que
Hägglund expone al final del libro (p. 436 y ss.)
[5] Un texto
breve para adentrarse en esa reflexión podría ser éste: Natacha Gondran y
Aurélien Boutaud, “¿Hasta dónde podemos ir más allá de los límites del Planeta?”,
Viento Sur, 9 de junio de 2022; https://vientosur.info/hasta-donde-podemos-ir-mas-alla-de-los-limites-del-planeta/
[6] Marta
Tafalla, Filosofía ante la crisis
ecológica, Plaza & Valdés, Madrid 2022; https://www.plazayvaldes.es/libro/filosofia-ante-la-crisis-ecologica
[7] Me he
ocupado de esto en el capítulo sexto de mi libro Simbioética (“Dejar de comportarnos como extraterrestres en el
tercer planeta del Sistema solar”).
[8] Un asunto
delicadísimo al que me he aproximado en Jorge Riechmann, “¿Somos
demasiados? Reflexiones sobre la cuestión demográfica?”, PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio
Global 148, invierno 2019-2020; https://www.fuhem.es/2020/02/26/somos-demasiados-reflexiones-sobre-la-cuestion-demografica/
[9] Un asunto
que planteé hace ya bastantes años: https://vientosur.info/wp-content/uploads/spip/pdf/VS125_J_Riechmann_Puede_comunista_no_ser-vegetariano.pdf
Jorge Riechmann. Bailar encadenados. Pequeña filosofía de la libertad. (y sobre los conflictos en el ejercicio de las libertades en tiempos de restricciones ecológicas). Ed. Icaria. 2023
La naturaleza también escribe su poesía. En ocasiones una poesía atroz. Y está claro que va a ser mucho peor.
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