VIII
Imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.
José Hierro
Dime qué cerrarás cuando los párpados se te caigan
de tanto sostenerte la barbilla
con el pinchazo de la voz serrada.
Dime qué vomitarás cuando no seas más
que agujero de la sombra
del animal que fuiste.
Pregúntate qué construirás cuando no queden
cimientos,
cuando la ropa no cubra tus pieles usadas
y las neuronas se aprieten
en el fondo de tus grietas.
Dime cuándo te recompondrás.
Cuándo ondeará la bandera
blanca.
Cuándo aprenderás que nunca se clava
lo suficiente
para desafiar al tiempo.
XXI
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
César Vallejo
Arráncate quien fuiste un día,
aquella que perdió el tren bajo el altar
de la memoria.
Cose el muñón que un día soñaste ser
cuando decidiste remendar
tu alma.
Desfigura el trazo de los mezquinos
nombres que usaste,
siempre en umbrales
yermos,
bajo el pulso de tu cadáver.
Y olvídate.
Olvídate de todas aquellas mujeres
que alguna vez habitaste
sin construir ni una mísera
cicatriz
que te permita supurar.
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