NIÑOS
Dudaba entre qué cánticos
eran más bonitos,
si los de los pájaros,
por la mañana,
o los de las campanas,
al atardecer.
Llegó una algarabía de
niños
y desbandó mis dudas.
CHARCO
A Miki
El planeo del águila real,
la
ligereza del gamo,
la esbeltez del pino
salgareño,
la levedad de la violeta...
pero no fue hasta el final
del camino
cuando ella me reveló
el reflejo del cielo
en
un charco.
PLÁTANOS
Desde la oficina, a través
de la ventana,
estudio a los plátanos que
circundan
el perímetro del
ferrocarril: aprendo a viajar
con la serenidad con que lo
hacen ellos.
FLORES
A Patricia y
Macarena
No sé cómo se llaman
estas florecillas
―de color morado―
que nacen en octubre
en la linde del camino.
Espero que no se enfaden
si las llamo por tu nombre.
ROSAL
Cada mañana
—al abrigo
del porche―
ningún deseo;
tan solo,
salir al patio
y no bajar
la mirada
ante el rosal.
OESTE
Mientras marcho
en dirección a la luz
crepuscular
que se filtra entre las
ramas de los pinos,
de repente,
comprendo, por fin,
que voy al lugar de nuestro
reencuentro.
Aunque también sé
que jamás volveremos
a vernos.
LUZ
A Marc,Thiago y
Savina
Dicen que ya es hora de que
te deje marchar;
pero ¿cómo podría ser eso
posible si
siempre estuviste conmigo,
incluso antes de conocerte?
Me iré yo y tú seguirás
aquí.
Hoy te he visto en las
pupilas de nuestro nieto.
LIMONERO
El crimen fue
en este patio sombrío
de la nueva casa donde
vivo,
con una motosierra.
Alguien se la tenía
jurada a la luz
y se vengó en el limonero.
Un tocón reseco,
de apenas medio metro,
es todo lo que queda de él.
(Nadie oyó nada.
Nadie vio nada.
Nadie dijo nada.)
Arrancaré el tocón y haré
una hoguera para que
alumbre
este patio por última vez,
y plantaré otro limonero.
NARANJO
En el patio de mi casa,
mientras esparzo compost en
el huerto,
le cuento al naranjo: un
día que paseaba con mis perros
―cuando aún vivía en el
puerto, antes de mudarme a la ciudad―
me dijo el mar: no te
alejes de mí,
la tierra ata.
No se lo tengas en cuenta, me
contesta el árbol,
también
él teme quedarse solo.
PERDÓN
Siempre que
vuelvo a Linares,
la ciudad donde nací,
hay alguien que me recuerda
que soy idéntico a mi
padre.
Antes, cuando
escuchaba eso,
me irritaba y
me entristecía
a partes
iguales;
pero ahora
que lo veo viejo
y cercano a la muerte,
me miro al espejo
y me digo
que ya es hora
de aprender a perdonarme.
OLIVOS
A Julio Lardín
He regresado a mi pueblo
para ver a mis
padres,
pues ―viejos y
enfermos―
esta puede ser
la última vez
que los vea con
vida.
Hoy he
aprovechado la mañana
para recorrer
la vía verde,
que transcurre
entre olivares,
hasta las minas
de plomo.
A la altura de
Paño Pico,
un letrero
aconseja
a los
senderistas
que no
abandonen el camino.
Pero yo hago
caso omiso
y me adentro
hasta el corazón
de los olivos
porque,
aunque todavía
no sé bien a donde voy,
aún recuerdo de donde vengo.
Patricio Rascón. Caminar como un árbol. Multiverso, 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario