documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

martes, 24 de enero de 2023

Itxaropena por Su Ta Gar

 



De esta gente ponía el disco Hortzak Estuturik entero. Ahí me di cuenta que se puede escuchar eslovaco, cirílico o esperanto con la misma expectación. Entendí que la música y la entonación compensan la falta de entendederas.

Umbral decía que aprender idiomas era para recepcionistas de hotel. Estoy de acuerdo. El pragmatismo demuestra que pasarse la vida en academias para entender que la poesía se seca al traducirse, no merece la pena. En anteriores mentiras andará que el aporte de Leopoldo María Panero a la poesía fue la traducción. Sus interpretaciones de Cummings, Pound o Holderling mejoran el original, porque les aporta el talento que la traducción les roba.

Tenía diez años cuando empecé a dejarme la melena. Un poco por inercia, un poco por decencia y un mucho por imitación. Me chupé vinilos de Scorpions, Bon Jovi y Van Halen, con ese saturnismo musical que a los diez años me espabilaba el pelo y el oído. Ya semicalvo y con quiste dermoide, (mi neurocirujano lo llama tumorcillo) veo que el tiempo pesa como una aguja que hace surcos y hay que estar despierto para que no se repitan las canciones.

Ahora que comienzo la cara B de mi vida, recuerdo que con diez escuchaba a los Su Ta Gar en TDK de 60. Me regalaron un walkman por mi cumpleaños y me recorría el barrio andando y tocando los tres ecualizadores como quien hace magia. A mí la música a esa edad me tocaba la química de la imaginación. Y nos hacíamos playbacks con un casete de pilas gordas y guitarras de cartón que fabricábamos nosotros.

Con la llegada de las vacaciones se abría la hucha y se contaba el dinero que ahorrábamos en invierno. Cada hermano con su charquito de monedas pensando las partidas de gasto: piscina, cine y chucherías. Para La Peña poníamos 1500 pesetas y con apenas once años teníamos desde cerveza hasta tequila. Lo haces ahora y te quitan la tutela.

Íbamos seis al pueblo en un Seat 128 blanco (lo haces ahora y te quitan el carné) con maletas XXL donde mi madre metía la casa entera: jamones, periquitos y plancha incluidas “que la de tu madre me quema la ropa”.

Tardábamos más en salir del coche que en llegar al pueblo. Una vez que se sacaba la jaula de los periquitos, machiembrada en las costillas de mi padre, salía mi madre, le recogía los pajarillos, y los tocaba hasta que movían las alas como hacen los magos con las palomas que sacan de la chistera. Vivas las criaturas, sacaba a mi padre a tirones, encajonado entre el asiento y la guantera para que nosotros pudiéramos estrujarnos con comodidad. Desde entonces, siempre que monto en las traseras de un coche oigo la voz de mi padre “¿Vais bien hijos?”. Luego salía Abraham que se encargaba de que los otros tres hermanos no nos dispersáramos e intentaba desencajar el Tetris de las maletas sin romper nada.

Se corría, se jugaba al fútbol y se iba a la piscina. Entre aguadillas se tocaba la teta y en el “sécame”, el culo que te dejaban. De fondo sonaba Su Ta Gar que lo traían los hijos de emigrantes a Euskadi.

Fui a verles a la casa okupa de La Nevera, Metro García Noblejas, cinco gambas con Matando Gratix donde me encontré con el secreta del pueblo que al verme puso ojos de culo.

De Cataluña llegaba Sangrait y Sopa de cabra, creo. Y hasta los Tako de Zaragoza. El ñu extremeño emigra donde le dejan. Para mí Itxaropena es el recuerdo de esa pubertad donde fui conociendo los pilares de lo que se me venía encima. Luego la verbena, la tristeza y la despedida, como un final recidivo.

Otra vez el “¿Vais bien hijos?”, la jaula, la hucha y ya en casa las llamadas. Entonces se escribían cartas a las novias y a los amigos del verano. Se llamaba desde la cabina y en las familias numerosas había que esperar a que el teléfono de la habitación de arriba quedara libre (la de mis padres que tenía pestillo) para confesar un te quiero, un futuro o un cigarro. Un mundo donde el porvenir tenía fecha de Navidades, Semana Santa y Verano. Aquellas cosas que merecían la pena.



Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

No hay comentarios:

Publicar un comentario