Esta canción la he cantado mucho. Tiene aire de seminario, de cantar a coro. Entran ganas de volverse boyscout y chuscar una hoguera mientras le metes mano a la monitora.
Esta canción me parece el colmo del progresismo. Me veo en los 80 comprando El País. Decía Umbral que “por veinte duros se hace uno socialdemócrata”, pues eso. Somos demócratas porque lo dice el periódico y me lo compro cuando quiera. Luego fuimos cambiando a El Roto por la trasera del AS y entramos en Europa.
Yolanda se convirtió en un ligue de juventud, en la memoria de un porro universitario. Le puse cara de Barbara Lennie en Más pena que gloria, la primera peli del hijo de José Luis García Sánchez y Rosa León. Mi generación tiene ahí un retrato. Garcileón puso a Quique San Francisco de profesor de gimnasia y eso ya es de agradecer. En la peli cuenta las miserias del adolescente urbano de finales del XX. San Francisco obliga a fumar a sus alumnos mientras se mofa del deporte en plena clase de Educación Física. Haces eso ahora y te quitan la custodia. Ahora por cualquier cosa te quitan la custodia. Por eso los profesores no fuman, no beben y no dan clase por falta de carga docente.
Que no den clase me parece de cojones. Nunca tuve la ideología del pobre (“que los demás se jodan como yo”). No, a mí siempre me dio por pensar como los ricos, con la ambición de cobrar lo máximo y currar lo mínimo. Uno, que nació con conciencia de clase, piensa que ya que el catedrático no bebe ni fuma ni curra, podía escribir bien, coño. Ponerse un chaleco amarillo o cagarse a lo Willy, pero nada. Se conoce que cuando se oposita a obediencia no hay retorno. Y se pasan el día chupándose el dedo de la lectura, la copita de vino y haciendo walking/running para estirar el periódico todo lo que se pueda.
Tampoco hay que culpar a esta caterva de omfalofílicos de su mal. No tienen la culpa de que su hermano sea seminarista, ni haber nacido en la familia del pequeño comercio provinciano. Hay cosas de las que uno no es culpable. Ahora, la horchata se la bebe uno porque quiere.
A Pablo Milanés le internaron en un campo de rehabilitación de homosexuales y siguió defendiendo las barbas de la revolución como si tal cosa. Es el síndrome de Estocolmo que viene del latín “Esto es el colmo”.
A los catedráticos les pasa lo mismo, pero ellos vienen del mariconismo de la movida y les da igual si Felipe González les administra el periódico, la luz o los GAL. Ellos votaron a Felipe porque demostró la universidad para todos, y que la tierra gira como las puertas de los consejos de administración, y eso hay que agradecérselo que para eso somos catedráticos.
Yo a Yolanda le ponía la cara de Bárbara Lennie. BL tenía cara de hermana mayor de tu colega. Esa hermana que te sacaba cinco años y que te follabas en soledad tres veces al día. Luego a Lennie se le puso cara de Argentina y empezó a posar en las revistas del periódico de Felipe González para solaz de catedráticos y perdió la gracia con la que le chupaba el dedo a Biel Durán.
Nadie chupará los dedos como Bárbara que lo sepa Apolonia Lapiedra.
Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.
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