Según las crueles estadísticas
en tres años de guerra no se amó,
400.000 nacimientos hubo menos
que en el año anterior a la barbarie.
Acabada la guerra gobernaba el hambre,
los calculadores dan medio millón
como promedio de los no nacidos
por no valer la pena la España miserable.
Yo no cuento los niños que murieron,
no los nacidos con las madres secas
caídos por dios o por la patria triste,
hablo tan sólo de los imposibles.
¿Cuántos amigos entonces me perdí,
cuántos disidentes para discutir,
cuántas muchachas para amar,
cuantos poetas sin vivir?
Los que nacimos entre bombardeos
somos hijos de los pesimistas
que pensaban que tras la derrota
no harían falta ni los pensamientos.
Pero el sentimiento es tristemente doble,
un triste lamento de muertes miserables
y un no existir actos de amor y tiempo
abiertos a esperanzas de ilusiones nobles.
Antonio Santos Barranca
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