documentos de pensamiento radical

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martes, 21 de mayo de 2024

LA LUZ QUE QUEDA EN LA ARENA



La luz que queda en la arena,
la luz oceánica y la luz ínfima de las constelaciones,
la luz de Lisboa, la ciudad blanca,
qué feliz he sido en los cafés del Barrio Alto,
what was the sea whose tide swept through me there?

La luz que inunda los grandes espacios,
la luz que fulge y desaparece en los átomos
que vi en el De rerum natura de Lucrecio,
horas de mi juventud gastadas entre libros,
la luz del desierto que quema al escorpión,
la luz que transforma la crisálida en concepto alado,
la luz que baja hasta tu axila perfecta.

¿Qué es una encina blanca?,
¿qué es el éxtasis?

La luz que altera la estructura del tiempo,
esa luz que procede del caos pero avanza
como un hilo cósmico hasta la margarita,
la luz que junta en la noche pez y luna,
la luz que penetra en el subsuelo de la selva,
no te veré más, amor mío, no besaré más tus labios.

Luz que tiembla en la hoja de abedul que tiembla,
dos temblores a un lado y otro,
luz como sonrisa de mujer que niega las matemáticas,
luz profunda en las escuelas de Nepal,
hoja de fuego flotando sobre el agua verde,
nieve blanquísima por donde yo me perdería.

Alquimia del verbo en un hospital putrefacto,
alquimia la luz sobre la cama de este ídolo,

ojos negros y crin amarilla, mexicano y flamenco,

he viajado por toda Abisinia para encontrar la muerte,

he viajado sobre La Bestia camino de la frontera,

guatemaltecos, hondureños, me preguntan por ti,

te escribiré desde San Diego, mi novia hermosa,

te espero en el cine granate de las canciones de amor.

Luz para el satori en los templos de Kioto,

luz en el camino de Oku para quien busca la no-identidad,

luz en el huerto de la casa de mi abuela Rafaela

donde se pudren los membrillos dulces,

luz en el musgo que pisan los gatos,

luz en la higuera solitaria donde ya no hay columpio,

luz de los gallos que rompen la aurora,

luz para el dolor que se acumula en las chabolas de Andhra Pradesh,

luz violenta en las esquinas tristes de Chimalhuacán,

luz en los campos de la UNRWA en Gaza, Palestina,

no importa que lo llaméis holocausto,

luz insoportable en el fémur de un niño herido gravemente en Siria

que ha dicho que se lo contará todo a Dios,

luz en las potestades, profetas y santos del cielo

en cuyo nombre se derrama tanta sangre sobre la tierra,

luz para esos pobres que buscan plástico en los vertederos de Bogotá,

luz en la rayuela que han dibujado con tiza en mitad de una calle de 
las 3.000 viviendas,
luz de mi desayuno en Triana,

luz de aguamarina en tus ojos, piedra de cuarzo,

no le pidas a la vida más de lo que te da,

ama siempre esa luz que viene cada mañana para ti.
 
Luz para Juan Nepomuceno, que encontró el zapato,

luz para el que limpia cristales en los semáforos,

luz para quien me dijo la hora en Central Park,

luz para la enfermera que fue tan gentil conmigo, se llamaba Irache,

luz para el músico que tocaba ávidamente una mazurca en el Metro,

luz para el que roba cobre en los almacenes de la Telefónica

y no sabe que en las facturas que mandan ya va incluido el cobre

y hasta la palangana de Pilatos,

luz para el hombre genuflexo que implora una moneda,

luz para quien en terreno árido ha plantado un olivo,

luz para quien admira las cimas de las montañas,

luz para quienes se han unido en matrimonio ante el árbol del té,

luz para quien afirma sin posibilidad de error que 2+2 son 3’9,

luz para quien tiene sed de justicia,

luz para mis alumnos de bachillerato, Paula, Marina, Daniel,

que lucharán por la paz en este planeta,

luz como el humo dormido que sube del trigo en verano.

Escribir un poema es como hacer un
striptease,
encender un fósforo en una habitación hexagonal,

partir del magma de la memoria hacia un punto de fuga

en cuyo límite se produce la refracción de la luz.

Luz para quien espera el alba como un acto litúrgico,

luz para el niño que los sábados se lava en un baño de zinc,

luz para quien cubre el manzano con una gasa,

luz para quien esquila las ovejas,

luz para quien desconoce la tabla de multiplicar

y, sin embargo, sabe qué planta es buena para el hígado,

luz para quien llama a una cabra inocentemente Estefanía,

luz para quien se pinta de rosa las uñas de los pies,

luz para quien se ha perdido en el laberinto del Carrefour,

que es una metáfora de perderse en el laberinto del capitalismo,

luz para el autor de ese grafiti asombroso:

Disney te jode el cerebro
,
luz para quien —contra todo pronóstico— arrastra con el caballo de 
copas,
luz para esa niña que en la guardería está pintando a Dios

para que, por fin, sepa la gente cómo es,

luz para quien tiene afán de armonía en la no objetividad,

luz de María Zambrano, Marga Gil-Roësset, Josefina de la Torre,

que aportaron tanto a la cultura hispánica

y que durante décadas fueron silenciadas en los manuales,

Picasso le decía a Maruja Mallo que tenía nueve brazos,

luz para Max Aub, transterrado en México,

cuya integridad moral nunca fue reconocida,

luz para quien reside en Marvào, república independiente.

Y mi corazón se inquieta por una familia de acrídidos.

Luz para quien aprendió a escribir sobre la piedra de un lavadero,

luz para quien ganó una acuarela en un concurso,

luz para quien transporta fardos de algodón en una bicicleta,

luz casual para quien se topó en el centro de Katmandú con un 
amigo 
al que no veía hacía catorce años,
luz para quien se marchó con una mano delante y otra detrás

y volvió exactamente igual pero traía un mono,

luz para quien conoció Johannesburgo en una novela de Coetzee,

luz para Álvaro Cunqueiro que se fue a su pueblo en un Rolls Royce

mientras H. Himmler esperaba en el aeropuerto de Barajas,

luz para quien ama apasionadamente a Botticelli,

luz para Paco de Lucía que ensayaba en jornadas de diez horas

y comentaba que a eso en su tierra después lo llamaban duende,

luz para Jorge Luis Borges que sólo distinguía colores

y que de haber nacido en el siglo VIII a.C. habría compuesto 
La Odisea,
luz para los héroes de la esquina rosada.
 
Luz para quien ha medido la tierra con sus manos antes de lanzar la 
canica,
luz para quien marca un gol con una pelota de trapo,

luz para quien plantea un gambito Evans

emulando a Bobby Fischer cuando todavía era adolescente,

luz para quien ha soñado con el Sistema métrico decimal,

luz para quien escupe debajo de una piedra redonda,

luz para quien aspira el olor de la tierra mojada,

luz para quien ignora qué son los paralelepípedos

pero reconoce veintisiete variedades de cereza,

luz para quien guarda el alacrán en un frasco

y, de esta manera, estudia de cerca su morfología,

luz para quien encuentra un narciso silvestre,

luz para quien ha creado un campo magnético con una frase musical,

luz para quien amanece sobre un colchón de lana,

luz para quien se pregunta cómo acabar de una vez por todas con la 
cultura,
luz del día que llegó el rock and roll a mi pueblo,

luz para mi paisano Patines que se enroló en un barco mercante

y luego exageraba episodios en Nueva Orleáns o Shangai,

luz para Lorenzo, el zapatero, que tenía una pierna de madera,

luz para Canuto que tocaba la trompeta,

luz para Porras que transportaba las sardinas en un carro con burrito,

luz para mi padre y mi madre bailando muy juntos una canción de 
Antonio Machín,
luz para mi abuelo Manuel que se sacudía las botas en la cocina

y olía entonces a hierba de campo y a flor de jara,

luz de la televisión Lavis en blanco y negro, con dos canales,

donde vimos una mañana a Pipi Langstrump

y nuestra vida ya nunca volvió a ser la misma,

luz de viajes muy largos por aquellas carreteras secundarias

en el asiento de atrás de un Gordini,

me veo a mí dormido junto a mi hermano,

luz de un tiempo que se fue para siempre,

adiós a la aventura lingüística del franquismo,

adiós a mi caballo de cartón bajo la lluvia,

adiós pecados dichos en voz baja,

confesiones en una cabina telefónica,

good bye, pantalones de campana, mirindas,

terrazas de verano, guateques, bola de espejos,

muchacha rubia de la bufanda azul, adiós.

Luz para el tirachinas que fue el objeto de una época,

y los cromos que volaban desde la pared,

D’Alessandro, Cruiff, Iríbar, Santillana,

luz para don Ulpiano que imponía el orden con el apagavelas,

luz para mi tía Quinina que únicamente sabía cocinar patatas fritas,

pero que son las patatas fritas más ricas que he comido nunca,

luz para Gerardo Espada que me dio las primeras lecciones de 
flamenco
y sostuvo mi mano en el acorde de Fa

mientras Macrina preparaba la cena a toda la prole,

luz para don Eloy que, en clase de matemáticas, le dijo a José Tomás

que pintara en la pizarra un cubo, y éste dibujó una caldereta, a lo que

comentó el maestro que si no faltaba algo, y aplicado añadió el asa,

luz para quien señalaba con cal el punto de penalti,

luz para quien se fue a por uvas,

luz para quien pacientemente desmontó una radio,

luz para quien escuchaba canto gregoriano y también Jethro Tull,

luz para quien pasaba como un relámpago en la bicicleta Orbea,

luz para quien era un tonto y lo que ha visto le ha hecho dos tontos,

luz para quien fue poseído por la Iglesia de la tercera revelación,

luz para quien encontró un alambre y construyó una silla para las 
libélulas,
luz para quien se preguntaba por la semejanza entre paisaje e 
idiosincracia,
luz para quien fue a Venecia y dormía en la estación del ferry,

luz para Rosa Álvarez que me escribió un poema y no supe

[que era de Neruda hasta años después,

luz para quien coleccionaba mascarones de proa,

luz para quien afirmaba su homosexualidad con valentía,

luz para quien sacrificó su vida en el altar de la libertad.

¿Y si la nada fuera el ser y la existencia la nada?

Con Teresa de Ávila comienza la interioridad en la literatura española

lo que la aproxima a la lírica íntima de la filosofía zen,

también a la construcción de un castillo subjetivo

como propone Bousoño en la epopeya de la modernidad.

Luz para Teresa que acumulaba faltas de ortografía en sus textos
para salvar la censura de la Inquisición,
luz para la niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall,

luz para Isla Correyero que ha escrito el diario de una enfermera

entre válvulas de oxígeno y radiografías,

luz para Sylvia Plath que decidió tener un destino blanco,

my landscape is a hand with no lines,

luz para Areúsa que quería estar en su casa, exenta y señora,

luz para María Victoria Atencia que habla del umbral de una sombra,

luz para Belén Vázquez que en la flor de loto ha visto el nacimiento 
del universo,
luz para Whitney Houston cuya voz sigue sonando en mi cabeza,

luz para Alexandra Domínguez que ha descubierto que donde hoy 
se alza la Casa Blanca 
había una ruta de bisontes,
luz para Macarena Berlín que susurra una oración de madrugada en 
la emisora,
luz para las mujeres de posguerra que no podían 
abrir una libreta de ahorros sin el beneplácito del marido,
luz para la mujer de color que no se movió de su asiento en el 
autobús,
luz para Dulce Chacón que nunca perdió la sonrisa,

luz para Janis Joplin que le rompió una botella de Jack Daniel´s

a un tipo en la frente porque le había llamado tortillera,

luz para quien cantaba
So long Marianne.

Luz para Erik Satie que en la pobreza escribió 
la música más hermosa para piano jamás creada,
luz para quien viaja a una ciudad que se llama Camping,

luz para quien toca el xilófono en el centro de Tokio,

luz para quien piensa en las estrellas como en una estructura de 
poder,
luz para quien ha tragado el polvo del camino,

luz para quien ha bebido agua caliente de una cantimplora,

luz para Banana Yoshimoto que sostiene que el arte es una fuerza 
real,
luz para quien sabe que la batalla del futuro se llama ecología,

luz para quien no puede comprar un metro cúbico de aire,

luz para quien falsifica marcas de ropa en una factoría de Ho Chi 
Minh,
luz para quien purifica su espíritu en el Ganges,

luz para quien esconde en los pistones la marihuana,

luz para quien perdió su biblioteca en un incendio,

luz para Pere Gimferrer que construyó un libro diferente,

mitad vanguardista mitad manual para iniciados,

y cuya influencia trasciende esa época hasta llegar a la actualidad,

luz para Juan Eduardo Cirlot que inventó la poesía permutativa,

luz para quien la escritura es la colocación en el espacio

de un conjunto de signos que se relacionan entre sí,

luz para quien no pudo publicar en la revista Gálibo,

luz para quien dijo que la Naturaleza es la tensión máxima de una 
idea,

luz para quien estuvo en coma por una inyección de penicilina
y desde entonces ve el sístole/diástole de la vida de otro modo,

luz para quien en Thailandia pone nombre a los animales,

luz para quien eleva una cometa en la playa

que es nuestra forma de indicar que somos civilizados

(un saludo para el gobierno de las petromonarquías

y para Donald Trump que se escapó de un bingo),

luz para los trovadores provenzales que crearon el concepto del 
amor,
luz para Garcilaso que se enamoró en la pensión de Nápoles,

luz para este mundo esquizofrénico de máquinas y cerdos,

luz para las naves estelares que circulan entre pantallas con geishas,

luz para quien incurre en contradicción, aleluya,

luz para quien se conmueve por una anécdota de Borges,

luz para quien contempla un manto de nubes desde el avión,

luz para el sacrificio de las vacas blancas en los mataderos,

luz para quien encontró un pájaro muerto en un campo de fútbol,

luz para quien no quería volver a ver a sus grandes amores,

luz para quien desmontó la caja de cambios de un citroen en una 
acera,
luz para quien ocultaba los cartones de Winston tras los neumáticos,

luz para la historia de un hombre en un jardín que es un arquetipo 
bíblico,
luz para quien caminó sobre las aguas —y no era un surfista—,

luz para quien sazonaba las aceitunas con orégano y laurel,

luz para Pablo Neruda que dijo
por ti pintan los hospitales de azul,
luz para quien va hacia la frontera en una Pontiac Montana,

no sería la primera vez que amanecemos golpeados.


Luz para cualquier cosa menos para la era de Acuario,

huesos de palomas y aparatos de guerra,

luz para el éxodo de personas que huyen de las bombas,

hambrunas, enfermedades, apocalipsis,

he aquí el paisaje del siglo XXI.


Juan Manuel Barrado. Tabaquería. ERE, 2024

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