Fui a visitarlo el domingo,
estaba mal muy mal, y sonreía,
viviré lo suficiente para ver en qué acaba esta basura,
dijo optimista, razón de peso,
mas era cáncer fase IV
que ya educan a enunciar,
pero que en sus notas escriben en sumerio
con letras cuneiformes, creo,
citando a sabios con letras K y diéresis y
macrones, cedillas, glifos y signos del más allá.
El martes había muerto de repente.
¿Por qué, cómo?
Se murió de miedo, dijo persignándose
una,
oyó a un doctor decir que fuese aislado
que fueran preparando paliativos.
¿De la muerte?
No, no, del sufrimiento,
aquí no soportamos ver la angustia,
pero le dio tal pánico morirse…,
que se murió,
tal como se lo cuento,
en dos minutos.
Todos moriremos,
dijo una.
Yo no lo tengo por seguro, dije ofendido
de su sapiencia sobre mí.
Hacemos lo que se puede
de uno en uno, dijo el brujo sanador,
lo que no tiene remedio ya es el mundo,
no lea ni vea noticias, eso evita la tensión,
ni fume, ni beba, ni coma sin leer las etiquetas,
todo es mugre,
prometido que así alargará la vida,
eso acabó con su amigo,
no hacer caso.
Dios quiera que todo se arregle,
dijo una,
tanta guerra, tanta hambre,
tanto odio,
es como si naces ya vencida.
Tanta gente, di mejor, esa es la causa, dije yo,
en el 3000 seremos 20 mil millones y eso es absurdo total,
es la Tierra la que muere,
Dios anda ocupado en varios cuatrillones de galaxias
con problemas,
y este mundillo,
entendido como habitado por especie muy depredadora,
carece de remedio por exceso de avidez.
Ya mediado el siglo XX, con 3.000 millones,
se empezó a desbaratar.
Hoy, con 8.000 millones
—mientras lo digo ya suman muchos más—
no existe estado alguno que no tenga miedo,
después de haber tenido mucha hambre,
y sobramos los que piensan diferentes
y los que tienen color uniforme.
Los todavía animales no evolucionados
tienen posibilidades,
el resto, no.
La Tierra se sacude
como el perro el agua o muchas pulgas.
Sobramos 5.000 millones hoy,
mi amigo ya sabía eso, quería saber algo más,
se ha muerto en la sacudida,
y estaba en la solución.
Para un futuro optimista es fácil la presunción:
no faltan santos patronos,
la Tierra se salvará, después de mucho ruido,
aunque será con dolor
tendrá un exceso de abono.
Asustada dijo una,
miedosa como miope en un almacén de espejos,
eso es puro pesimismo.
Sí, mirado desde el yo,
como dioses es el más puro optimismo
por la Tierra.
Una gaviota sin comida en el mar muerto
vino entonces a picotear
el reflejo en el cristal de un plato con las sobras.
Antonio Santos Barranca
Excelente, como todo lo suyo.
ResponderEliminarChiloé