“No debes
enfrentarte frontalmente:
tus enemigos
no quieren otra cosa
que
encontrarte como un aislado Don Quijote
llevar tus
golpes al desbarajuste
porque cada
golpe que tu das estando solo
como el grito
desesperado de un perdedor
es un puño que
se aplasta contra un muro
y nada hace
porque el muro
se queda quieto e inmutable
mientras tú
caes en la cuenta de que en realidad
te lo das a ti
mismo, el puñetazo
y te haces
daño”.
“Entonces ¿qué
hacer?”
“El sistema se
combate desde dentro
como el
antibiótico a la enfermedad.
Debes
desmontar todo el mecanismo
pieza a pieza,
poco a poco
componente a
componente
como hicieron
con Hal en Odisea
como hacen
ellos mismos contigo.
Págales con su
moneda:
que sientan lo
que cuesta y que no paga.
A bandido, bandido y medio
se suele decir
en mi tierra.
No creas que
estás perdido.
Tienes siempre
un cierto margen de elección,
la fuerza de
un arbitrio personal,
la voz íntima de un poco de
autonomía.
Elige, por
tanto, ejercita el derecho
legítimo de no
colaborar
en los ritos
colectivos del consumo
o de
desobedecer a sus “invitaciones”,
los mandatos
ocultos y sutiles.
Hazte
irresponsable allí
donde quieren
que estés, y viceversa.
Desoriéntalos,
déjalos sin blanca
haz jugadas raras
que no se
esperan de ti.
Cultiva una
visión alternativa
de la vida,
del mundo, del futuro.
Empuja el
picaporte que conduce
a otra
habitación.
Ten el coraje
de vivir tu sueño
de abrir el
confín de tu mirada
al milagro
de liberar tu
aliento poco a poco.
Dentro del oscuro
vacío hay un pasadizo:
un corredor de
luz, un hilo
de esperanza.
La desesperación,
el no ver la
salida,
están en la
base de tu derrota”.
“Pero es aún peor la
esperanza
desilusionada”.
“Estrecho es
el resquicio de la puerta
que allá lejos
conduce a tu camino.
Es resultado
de accidentales hechos
y no de
condición humana alguna
esta
situación.
Historia, no
metafísica.
Materialismo
dialéctico,
no
decadentismo existencial.
¡No seas
fatalista!
No creas que
no puedes cambiar
lo que sea, sólo
porque existe:
si existe,
quiere decir que es un producto
que ha llegado
a ser eso que se ha hecho,
y por tanto
que puede cambiar de nuevo.
La historia
está siempre abierta al devenir:
se hace con la contribución de todos nosotros.
se hace con la contribución de todos nosotros.
La historia a
fin de cuentas somos nosotros.
Por esto, los
sueños son
aún más
importantes que el recuerdo,
incluso humanamente
imprescindibles.
Toma por
ejemplo las necesidades
que tanto te empujan
a actuar:
son falsas,
están vacías, son inducidas.
Se viviría mejor
con menos
deseando
aquello que se tiene
y llegando a
ser aquello que se es.
Ser, más que
tener.
Nos ahogan el
ser
nos empujan a
tener.
Te han hecho
creer
que sin esas cosas no se es.
¡Liberémonos
de lo insustancial!
¡Se tú, dueño
de ti mismo!”
Marco Onofrio. Emporium (poemilla de la indignación civil). Edición bilingüe de Soledad Soler y Bernardo Santos. Luces de Gálibo, poesía. 2019
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