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jueves, 15 de diciembre de 2022

5 poemas de EL CONTORNO DE LAS HORAS de JUAN FRAU



 

 

CARTA PLENA

 

 

 

Esa caligrafía o este asalto:

esta carta escondida entre papeles

acaso ya caducos desde el mismo momento

en que fueron leídos; esta carta

que surge de su entonces,

del olvido más largo, en pleno sábado,

con la luz de la tarde todavía.

 

Dice cosas. Está llena de frases

que tuvieron sentido.

No hay ninguna razón para leerlas

de nuevo; ya entregaron

su mensaje una vez. Quizás ahora

podrían recordarme esas palabras

lo que un día pensabas, lo que un día

vivimos.

                  No son ellas

lo que hace que tiemble y sienta vértigo;

no es lo que tú dijeras —trascendente o efímero—.

Lo que veo en la carta temblorosa

y me devuelve el peso de la niebla

es tu pulso, presente en esos trazos,

guardado en esos trazos,

en esas pocas líneas

que tu mano, tu brazo, que tu cuerpo

fue dejando al dictado de tu sangre.

 

 

***

 

 

LA MÁQUINA HEXAGONAL

 

 

Et tout d'un coup le souvenir m'est apparu…

Marcel Proust

 

 

 

No está en el aluminio, en el iridio,

o en aleaciones nuevas, misteriosas…

La máquina del tiempo es de madera:

es el olor del lápiz

lo que puede llevarnos otra vez a la infancia;

si cerramos los ojos,

ese olor nos transporta –nos devuelve–

hasta la parte en sombra del entonces.

 

No hay ningún engranaje laberíntico,

no hay motores potentes, ni circuitos complejos:

el corazón del tiempo y de la máquina

es grafito y arcilla.

 

No sé cómo funciona.

Tal vez remonta el curso de los trazos

que hemos ido dejando, o donde hemos

ido quedando, múltiples y solos.

No sé cómo funciona ese olor indeleble.

 

 

***

 

 

RESUMEN DE CASI NADA

 

 

A Coro, que salió de este mundo

sin saber que estos versos eran para ella.

 

 

 

Defiendo la hermosura

de una playa sin huellas,

porque ya no nos queda más remedio

que ser así de hermosos

en nuestras latitudes respectivas;

ya no hay tiempo: hay distancia,

y, en la ola que rompe, algún recuerdo

que se suicida suave y nada por la arena.

 

La brisa ahora es viento que revuelve

las hojas secas de los calendarios,

es viento que aleja las vidas

como el alba a los sueños; es el viento

que formaba y traía tus palabras,

palabras de tu entonces,

provisionales siempre.

 

Supimos nuestro nombre algunos días,

otros días las manos;

entre huida y huida hemos vivido

un tiempo sin futuro y sin memoria,

una historia ficticia en la que siempre

dejabas la cerveza y alguna frase a medias:

he llegado a creer que existías a ratos,

que a veces te encontrabas en dos sitios distintos

y a veces en ninguno.

 

Y hoy he visto esta página no escrita,

esta página en blanco

que guarda exactamente cuanto guardo de ti,

y me he puesto a pensar que donde quiera

que estés, o que no estés, estás muy lejos

como para esperar casualidades,

que es tarde y que a lo sumo nos quedará un encuentro;

 

tal vez una mañana de septiembre

te veré por la espalda, me acercaré a tu hombro,

cruzaremos en ámbar las sonrisas,

parecerá que el tiempo se detiene

o que siempre es el mismo

pero tú no te fíes: es solo una apariencia—,

y yo diré que adiós, tú que hasta pronto.

No es que los labios mientan,

es que en seguida olvidan lo que dicen.

 

 

***

 

 

 

ETERNIDAD EFÍMERA

 

 

 

Parecía que alguien

hubiera levantado aquellas calles

solo para guardar en ellas el silencio

de las noches de mayo; parecía

que cualquier otra cosa estuviera durmiendo,

recogida hasta el día siguiente, bajo el agua,

en el fondo del río.

Ni siquiera recuerdo

las palabras o el ruido de los pasos.

Solo pude sentir que en ese mundo

esquemático y simple se hizo todo beso:

beso presente, única noticia

que la boca decía y escuchaban los cuerpos,

invasión de la carne y la conciencia

sin esperanza ni memoria alguna;

beso era todo, inmóvil, firme, ciego.

Nuestro abrazo era el ámbar

que preservaba intacto nuestro anhelo:

ahora y siempre en confusión perfecta.

Pero luego, tan pronto como abrimos los ojos,

cada cual ya en sus labios y en su aliento,

el tiempo agazapado entre las sombras,

depredador soberbio, daba un salto

feroz, nos sometía

otra vez a su ley y nos dejaba

los trémulos rescoldos

de aquella eternidad tan honda y breve

que al instante buscaban nuestros labios

otra vez sin remedio.

 

 

***

               

 

AYER

 

 

 

Parece que fue ayer —¿te acuerdas?— cuando hiciste

tu primera salida, aquel viaje

que empezaba en tu pecho y terminaba

cuando el viento quisiera —y nunca quiso—.

 

Parece que fue ayer, pero ayer muy temprano;

ayer por la mañana muy temprano.

 

 

 


JUAN FRAU. EL CONTORNO DE LAS HORAS (2022)

 

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