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martes, 20 de diciembre de 2022

La vida de Brian por Terry Jones

 



La vida de Brian huele a establo de aula cerrada. Esta panda venía de Oxford, Cambridge, y otras palabrotas por el estilo. Lo de llevar la anarquía de la Universidad al Cine ya le pasó a Dario Fo y a Fernán Gómez porque prefieren el plano secuencia a la evaluación continua.

Con el uno Terry Jones, con el dos Graham Chapman, con el tres Terry Gilliam, con el cuatro John Cleese, con el cinco Eric Idle, con el seis Michael Palin, bien coño bien. Este equipo juega a todo porque no se toma nada en serio. Quiero decir que lo único que les importaba era hacer las cosas mejor, y eso empieza por desdramatizar la cosa. Parece ser que funcionaban en asambleario (aportando ideas/ensamblando escenas) hasta conformar un algo al que ponían nombre y presentaban como película.

Puede parecer que los Monty Python trabajaban de manera improvisada. Es cierto, pero es que la improvisación está muy ensayada.

Aparte de estar capacitados, tenían la capacidad y así se puede. Para preparar La vida de Brian se fueron a Barbados, con dos cojones. La genialidad hay que ambientarla. De esto sabían mucho Los Beatles (George Harrison fue el productor de la película) y los Python tiraban de THC con frecuencia. El rodaje se llevó a cabo en Túnez y la ambientación a la inglesa, es impecable.

La vida de Brian es considerada por algunas listas la mejor película del cine británico. Pues vale. A mí lo que me importa es su irreverencia que muestra los puntos negros de nuestro ombligo. Es la crítica del ser humano y sus cosas. Ataca la religión, la política y las relaciones sociales con el arma del cachondeo porque con la risa se desarma y se llega al paroxismo.

Los Python desnudan el ridículo remontándose al origen del hombre moderno. Lo cogen, lo ponen en pelota y le señalan la pirulilla. Desde los títulos de crédito (con unas personales ilustraciones de Terry Gilliam) la película predispone a la risa. La escena de los Reyes Magos llegando al portal, el discurso de la montaña, la lapidación, el circo y un etcétera de situaciones nos revelan cómo pudo ser en realidad la vida de aquel desgraciado.

Esta película gusta porque sí y por todo lo demás. Ian Gibson decía que La vida de Brian es “una de las contribuciones británicas más originales a la civilización contemporánea”, y resaltó la magnífica utilización del inglés en la Versión Original del film. En ella, los personajes usan las diferentes jergas de lo England, ideal para aquellos estudiantes que quieran diferenciar el inglés imperial/americano, del inglés colonial/plebe.

En La vida de Brian se dan todos los elementos del oficio de cómico. Interpretan varios papeles dentro de la película, hacen el guión, los títulos, la ambientación y le dan sombra al botijo. Estos anarquistas burgueses se desclasan hacia abajo porque pueden, al estilo Willy Toledo (Lucio Urtubia no tuvo esa suerte y el Ché se hizo comunista haciendo turismo). Desclasarse no es cambiar de coche, es quemar el concesionario. Los anarquistas de verdad hacen cortos para enseñárselos a su padre en algún Ateneo de barrio, donde sólo va su madre porque los del Ateneo ese día están viendo el fútbol en Canal Banco Liga.

Además, La vida de Brian fue la etapa de madurez del grupo. Después de Los caballeros de la mesa cuadrada, Graham Chapman, hizo pública su homosexualidad para dejar a un lado su dipsomanía y hacer una de las interpretaciones más fabulosas de los Python (el doblaje lo hizo el Sr. Cuesta, “Presidente de nuestra comunidad”), Terry Gilliam actuó y condescendió a las diferentes propuestas del grupo, antes de iniciar su carrera como cineasta en solitario, cuya cima alcanzaría con Brazil. Antes, dejó una muestra más de su talento en el comienzo de la última película de los Monty Python: El sentido de la vida con una surrealista guerra pirata de oficinistas octogenarios.

La película está llena de momentos memorables “¿Qué han hecho por nosotros los romanos?”, de acertada aplicación para nuestra tierra. Por no hablar del final donde los crucificados mueren cantando “Always look on the bright side of life”, tal y como nos dice el Telediario.

Los catalanes han editado La Autobiografía de los Monty Python donde hablan de La vida de Brian largo y tendido. Lo suyo es verla, comprarla, o descargarla, con Ley Mordaza o Ley Sinde. A Álex de la Iglesia esto no le hizo gracia y dijo las cosas claras y le pusieron el chocolate espeso. El sistema le dio Kafka para una dimisión sin Proceso. Por eso, algún tiro de Las brujas de Zugarramurdi, iba para la ministra que, en recompensa a su política servil, recibió la mordida legal del Sr. Lara, matando con el Planeta dos pájaros de un flash.

Siempre nos quedará Godard, que les dejó el Oscar sin foto y dijo que “el autor no tiene derechos, tiene deberes”. Ochenta años de cine y se marca Socialismo.

¡Oh, Patino! ¡Oh, Ken Loach!, y vosotros gratis por Youtube.

Hay que gritar la risa antes de que vengan a privatizarla.

 

 Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.

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