Quién es ese tío con aire de Maradona y voz de pasmo que enamora
con su planta de peluquero maricón. “Carlos Cano”. Mi padre, al que jamás
escuché entonar una canción ni contar más chiste que el de ¿Con cuarenta y
cinco años todavía crees en los gnomos? me hablaba bien de este granaíno
con pelo afro recién salido de la siesta. Una voz de nácar y melón, respaldaba
la letra de un romántico al que se le fue el corazón muy pronto.
Él, “nació en Nueva
York, igual que Supermán, y Batman y King Kong” declamaba
en una de las últimas. A Carlos se lo llevaron al Lourdes del Monte Sinaí,
como a José Luis Sampedro que volvió a casa con el marcapasos de la indignación
y el bestsellerismo. La Jurado se fue a Houston y tuvo un problema, claro. La más
grande cantaba con el páncreas de un mirlo negro, criado en Nueva Orleans. Esas
cosas a lo Frankenstein no pueden durar, porque la envidia es un cáncer
que se inocula a lo Hugo Chávez y te mueres desde un despacho de la CIA. Carlos
Cano viene de Federico, de la cuneta del marica sin más pluma que la emoción.
CC era de La Habana y de Cái. De donde hubiera un mojón de gracia y
clavel, de Ayamonte hasta Villareal.
Cantaba Fado, Chirigota
y Copla. Tenía septiembre metido en la garganta, por eso le daba a todo un tono
portugués. Era como si Saramago se arrancase por fandangos. El Nobel, ya
octogenario, se dejó documentar por Miguel Gonçalves Mendes para retratar a su
mujer Pilar del Río. En Sevilla todo lo malo viene del río, como los Álvarez
Quintero, como el camalote y La Macarena. Saramago hace de
espantapájaros en el Mago de Oz y a Dorothy del Río lo que le
interesa es la alfombra roja que le lleve al País de la Fundación. Luego
Mariano Cohn y Gaston Duprat rodaron El ciudadano ilustre, en argentino
eficaz. Se conoce que Almodóvar, ya en su paraíso, se le mueve el deseo y
produce “porque quién tuvo, retuvo y guardo para la vejez”. Almodóvar produjo José
y Pilar como venganza a la literatura, porque ya está bien que un Nobel tenga
el prestigio de diez minutos de pregón y a él no le dejen dedicárselo a la
virgen de los del río.
Al final, en todos los
sitios se follan niños y han suspendido el Nobel de rodilla durante un
año para limpiar de semen las alfombras de palacio.
María la Portuguesa mola porque cuando la
cantas se abre el diafragma del agudo, de la culpa que agacha la cabeza que es
donde hace el gorgorito.
Portugal es un adoquín
talaverano pintado en azul cal. Como si a Xauen le hubieran dado un barniz y
confiscado el costo. Portugal es una desidia tranquila. Por eso Cristiano
Ronaldo se fue primero al Manchester, para quitarse el olor a plátano con un
poco de tatcherismo. No se puede gritar “Siuuu” ni machacarse en el
gimnasio cuando toda la isla de Madeira se espeta a ponchas. Lo del Madrid y la
Juventus es cosa de su asesor “porque yo sólo tengo hasta segundo de primaria”.
Carlos Cano, hermano de
Ortega por apellido, tenía un mismo cuaje de galleta. Al final todos somos
Esperanza Aguirre.
Jonás Sánchez Pedrero. Trilogía 59. Ed. Ediciones del Ambroz, 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario