documentos de pensamiento radical

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miércoles, 27 de agosto de 2025

LA CONJURA DE LAS LETRAS





LA CONJURA DE LAS LETRAS

I

LEER

                                                                       Navegar é preciso; viver ñao é preciso.

Fernando Pessoa

                                                                      

En medio de la luz del verano

corrí posesa a buscar el códice.

Debía descifrar los signos

que secuestraban de nuevo mis pasos

hacia ese lugar impreciso

que apenas lograba comprender.

 

La tarde llegaba aquietada

por la música mía del silencio,

sentí la urgencia de encontrarte

y olvidar las manos agrietadas

del invierno, en esta casa habitada

por espectros y por mí.

 

Me acompañan las palabras

como dardos sobre mi conciencia,

me rindo a la evidencia de nuevo,

vuelvo a encontrarme sedienta

y avergonzada de mi hambre.

 

Necesito comprender la materia

que sostiene un verso,

el hormigón del ritmo que lo invade,

y la sal que alienta el cuerpo dormido

en las horas del estío.

 

Otra vez el autor me pone contra las cuerdas

del misterio, me empuja a un nuevo abismo,

a quemar las banderas de esta patria prestada

que no me pertenece.

 

No existe para mi elección posible,

he de navegar entre las líneas

de este navío sin brújula

en medio de las letras y sus cauces.

Me proveo de agua y frutas.

Esta vez no me azotará la enfermedad.

 

Esta vez no arderán mis vísceras,

esta vez el libro y mi persona

danzarán de verso libre y de amor impreso.

Por el verbo que aún no sabe que ha de nacer,

ni el sentido de su existir.

 

Transitar poemas es abrir los ojos

y ganar tierra al naufragio del tiempo

con su capa de inmortalidad.

Para huir de las uñas de la noche,

y deslizar mi pelo largo por la espalda del miedo.

 

Seguir las líneas imprecisas

de una verdad que me somete a tu luz,

ponerme gafas para recorrer en calma paisajes

imposibles. Vivir los epigramas.

Son las líneas que jamás trazaste sobre mi piel.

 

Reestablecer la duda para darle alas al invierno,

leer para existir en la palabra que permanecerá

incólume cuando ya no exista nada para mí,

ni el pensamiento, ni tan siquiera yo misma.

 

 

II

Puedo aceptar que un niño tenga miedo de la oscuridad,

pero no que un adulto tenga miedo de la luz.

Platón

 

Deslizarme en el tejido del sueño que libera,

agrietar la máscara y rescatar la piel

encadenada frente a la mirada del otro.

Poeta con tu “viento del pueblo”,

y tu savia para el lector utópico.

 

Seguir leyendo es trazar los mapas

de la ruta de mi destino,

fundar campamentos en lugares salvajes

para llenar los ríos de mi futuro

de peces sin contaminar.

 

Seguir leyendo razones para luchar

por mi vida, encontrar paisajes con sus gentes

y observar las aves comunes que persisten

en sus cielos lentamente.

 

Seguir leyendo para pintar los trazos

del pueblo que nacerá mañana,

en la lealtad y la verdad de su sangre,

donde los animales caminen

más allá de las pantallas de plasma.

 

Seguir leyendo para amar palabras

que se llenan de ti cuando te pienso,

que construyen versos que te nombren,

que te invitan a vivir en las habitaciones

de en este piso sin terrazas, sin vistas al mar,

en este pequeño rincón de mi casa.

 

Para ver cómo van creciendo en mi calle

y su arboleda los poemas en las horas

de la siesta, y en las horas memorables

en que uno quiere fundar naciones

en un territorio virgen que ningún

mercado podría comprar jamás.

 

Habitar un espacio mínimo, un sofá,

una lámpara enfocando el libro,

alguna luz indirecta,

mis manos sujetándolo,

las siemprevivas recién cortadas

y mi alma sobrevolando tejados.

Cuando ya nadie me escucha,

sin que lo sepa nadie.

 

Leer tu libro de poemas

para jugarme la vida frente a un verso.

Para aprender a descifrar

el sentido del vacío

que habita entre las líneas,

para explosionar distancias

y transcribir fábulas de la noche.

 

Seguir leyendo para reunir el coraje

de nombrar la nueva patria por hacer,

aceptar el fin del exilio y construir

mi nueva casa.

Plantar flores de tinta en el jardín

y regar las ideas que coseche

en mi terreno.

 

Inocular el veneno poseso del ritmo

y el tempo que se atreve a sobrevenir.

Impulsar mi cuerpo al interior de las plazas

en lenguaje de danzante.

Imprimir la fe del verbo que abre puertas

a los sueños desahuciados.

 

Leer para expulsar los fantasmas

de los rincones de mi tiempo,

arder en la indiferencia de las horas,

y asentar el cimiento que me ancla

a la certeza de que mi única patria posible

es el cambio que acontece cada vez que respiro.

 

III

ESCRIBIR

 

                                Existe a menudo una lógica oculta, más grande

            y compleja que la lógica del sentido común.

Richard Réti

 

Uno escribe para dejar constancia

de que existe un lugar propio

que se construye con las vigas del pensamiento,

se pinta con la sangre de las emociones

y se hornea con el ritmo del poema,

artilugio de aire fresco,

girándula encantada de las horas.

 

Es vivir más cerca de uno mismo

con las ganas de nombrar lo que importa,

para servirlo en texto impreso y dejar constancia

de la verdad que tallada con las manos,

o de la mentira que necesitas recrear

para vivir.

 

Amasar el barro que conjuga

la idea que ha de nacer,

darla a luz y recibirla.

Es una forma de existir

para uno mismo al renombrarse.

Callar lo que no debes decir

y abrir lugares imposibles

para hacerlos tuyos.

Es otorgar al verbo el lugar preciso

que hace mover mareas en las playas

del crepúsculo.

 

Uno escribe para encontrar lugares comunes

y llenarlos de un aroma inesperado,

espacios como armas blancas

que rasgan la coraza que aprisiona.

Escribir para poner versos entre sones y gentes,

en el ritmo propio que te ayuda a respirar.

Para reestablecer el orden impreciso del pulso,

para enseñar a los niños el valor

del agua fresca de la lluvia.

 

Escribir para dejar de contar las cicatrices,

para corregir las faltas de ortografía

de los días cotidianos, para olvidar

la falta irreparable y los imperdonables

errores que jamás quisieras confesar.

Para que los versos de las noches difíciles

se pierdan entre barricadas de razones

y las páginas en blanco se tinten

del rojo de las flores

y de las preguntas que liberan.

 

Porque los dedos son raíles para tus ojos,

con la música de lo dicho en papel

e invitan a surcar cielos desconocidos

y reposar entre los versos:

líneas blancas que arrullan tus razones

ahora exhaustas.



Teresa Ramos. Notas preverbales. Ed. Nautilus, 2025

Ilustración: Poema visual de Antonio Orihuela

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