EL MASTÍN DEL SENDERO
BIFUCARDO
¿QUÉ
es el
Laberinto? –preguntas.
Acaso espejo minúsculo donde titila la luz de un símbolo; piel de mujer
a la orilla de un mar cegado; sendero oculto que se bifurca cuando se oye la
maresia.
Hay
laberintos que se construyen en soledad. Otros en colectividad. Hay enigmas en
cada etapa del camino, esfinges con (más)caras de perro, que nos interrogan con
palabras que no pueden ser escritas. Sospechas de la felicidad ajena y ahora,
al mirar detrás (o adelante), la sientes tan presente como la tristeza.
EL SILENCIO DE LOS PERROS
I
(una
noche de cacería)
LO peor no era los perros ni
que todos estuvieran famélicos.
Lo
peor era sus miradas barcinas, que como dentelladas, se agazapaban en la noche.
Lo peor era ese temor al colapso que sin embargo ya había sucedido. El paisaje
devastado: los árboles en el atlas del cielo. El vigor insomne de las hormigas
frente a la ausencia de pájaros. Lo peor era la soledad acompañada. Como ciegos
envidiosos de la luz apostábamos los oídos en la oscuridad como quien espera
fosfenos extraordinarios pero allí solo existía la convicción dentada de los
lobos: el hambre y su dominio. Aunque sus lenguas estaban atadas a las estacas
del mal, lo peor era el aullido silente de los perros.
II
SIN FLORES NI SOMBRAS
(al día siguiente de la cacería)
AL alba la claridad revela
flores espurias: flores sombrías, flores cenicientas, flores mustias, y no nos
sirven de señuelo. Acaso un cimbel de pato nos sirva para comer carne un día,
pero hemos de acostumbrarnos a pastar como los corderos. ¿Quién ha visto un
cordero carnívoro? Llevábamos el valor del viento en la cara, el peligro del
agua en la mar, el escalofrío del esclavo que intuye la paciente espera del
hoyo. Hemos llegado al mal de la montaña, porque el miedo como los abismos es
vertical; no hay mayor mal que aquel que se oculta en la transparencia.
Entonces le digo: - «el mal es deseo de
justicia, el bien es fruto que fenece. Ambos trabados en lo idéntico».
TENHO QUALQUER COISA DE CÃO
COMO un perro tibio de
ensenadas, tengo la visión borrosa.
Entre sombras
atisbo amaneceres sin sol ni luna. A veces camino con las manos y utilizo la
cuatro patas para morder el tiempo. ¡Ah si pudiera decir lo que han visto mis
ojos insomnes! Un ojo es todo un cuerpo, una boca es agujero negro, siempre
hambriento. Hambre y distancia en el Lar Abierto. Hacerse el perro, ¿significa
ratificarse como sombra o ladrar a la Ausencia?
- ¿Estás ahí, lector dormido encima de tu
ubicación digital? No. Sí.
Estás
ahí mientras los perros del laberinto, como Argos, huelen el olor fétido del
amo. Sólo una autopista (fantasma) impide a la jauría cruzar hacia el otro
lado, donde yo, perro obeso (y faldero), me escondo entre flores (olvidadas
/vertebradas)…
7-7-24
CANCIÓN DE LOS PERROS PASTORES
NOSOTROS
somos los que fijamos los
límites del rebaño,
los que marcamos con orines
el territorio del
laboratorio / laberinto
bajo la luz eléctrica del
conocimiento.
Hacemos el día igual a la
noche
y la noche igual a todos los
días
en los que comes pienso
animal,
cosecha transgénica de cruces.
Aquí hoy sólo crecen despojos
cebados de ciencia,
tan tácitos de defunciones
que es inútil maquillar el disfraz
de cíclope eficiente.
Cuando la tarde
conjura a las ovejas
a guarecerse de la noche
sorbiendo el escombro de la sangre,
ellas se obstinan, cautivas
de un ayer propicio,
en un (des)orden insomne,
bocetos ya de carne
de cuero envejecido
en las manos urgentes
del carnicero/ del jifero.
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