Los telediarios anunciaban que ese día
(18 de mayo) las “redes sociales” habían decidido poner punto y final a la costumbre
del aplauso de las 8 de la tarde con una ovación especial. Dos días después ni
un solo vecino se asoma a la ventana.
Jose A. Miranda. Pandemia y relaciones sociales
Ministerio
de la Verdad,
neolengua,
doble pensar,
policía
del pensamiento,
cámaras
y drones por todos los rincones,
micrófonos
y algoritmos
que
te espían en internet.
¿Los
aplausos de las ocho
no
serán los dos minutos de odio?
No
es el coronavirus,
son
ellos los que están dentro de mí.
Antonio Orihuela. Todos atrapados en la misma trampa. Ed. Garum, 2020
Los aplausos, en general, nunca me han gustado, me incomodan. Suelen ser como la confesión, tras la cual quedan absueltos tus pecados, y ale, a seguir pecando. Las únicas palmas que me gustan son por bulerías.
ResponderEliminar"Menuda astucia haberme adaptado un lenguaje del que se imaginan que nunca podré servirme sin reconocerme de su tribu. Voy a arreglarles yo su algarabía, de la que nunca entendí nada [...] Mi incapacidad de absorción, mi facultad de olvido fueron subestimadas por ellos. Querida incomprensión, a ti deberé ser yo, al fin. Pronto no quedará nada de todo eso con lo que me rellenaron."
Samuel Beckett - El innombrable
Ni hablando ni platicando
ResponderEliminarmis penas consuelo sienten
nada más que me estés mirando
bulería popular
Cantada por el inolvidable Camarón, como esta otra:
EliminarYa no cantes más cigarra
ya apaga tu sonsonete,
que llevo una pena en el alma,
como un puñal se me mete
sabiendo que cuando canto
suspirando va mi suerte.
Bajo la sombra de un árbol
y al compás de mi guitarra
canto alegre este huapango,
porque la vía se acaba
y no quiero morir soñando,
ay, como muere la cigarra.
Ole!!
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