documentos de pensamiento radical

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viernes, 15 de enero de 2021

BOLA 8



 

el billar es un sistema caótico, todo depende de la racionalidad del cociente de las longitudes de los lados y el ángulo de tiro. Sin embargo, el proceso de medida nunca puede devolvernos la posición y velocidad exactas de la bola inmediatamente después del golpe, sino sólo dentro de una ventana observacional, es decir con una incerteza. Los sistemas caóticos tienen la propiedad de amplificar esa incerteza, de modo tal que, al pasar el tiempo, la incerteza en la posición final se vuelve enorme, y se pierde la predictibilidad.

 

 

Al final, no hay juego inocente

y en el billar tienes otra teogonía,

una interpretación del mundo

y del sentido de la vida.

 

En esa metáfora

nosotros somos las bolas,

esferas de color

y antes de cada partida

el triángulo inicial.

 

Nuestra forma es triangular

sólo que, con el primer golpe,

nos separamos de nuestra forma original

para ser entonces esferas,

bolas de billar, lisas, rayadas,

de diferentes colores pero iguales,

 

esferas que conservan una ligera noción,

un breve destello de una antigua sabiduría

que fue nuestra forma original,

 

de ahí el vano afán de recomposición de esa figura,

el chocar de los cuerpos,

la búsqueda del otro,

el permanecer quietos al abrigo de los demás

mientras llega el impulso vital, el golpe,

la fuerza que nos separa

y la fuerza que nos une

y la fuerza que un día nos arroja por la tronera

hacia la nada desde la que volvemos a salir

pensando de nuevo

que hay una forma primordial para nuestro ser,

pero la bola no siempre es la misma

y la mesa tampoco.

 

Todo sufre imperceptibles desgastes,

corrimientos, transformaciones.

El juego que nos deshace

nos volverá a hacer

una y otra vez, eternamente.

 

Tú ya estabas en mí

 

por eso fue tan fácil

reconocerte sobre el tapete verde del mundo,

 

chocar contigo era entonces y ahora

toda mi ilusión.



Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ed. Baile del sol, 2010

2 comentarios:

  1. Si la lectura de un poema no trae a la memoria otro,
    es que lo has leído mal. A mí, Antonio, este tuyo ha empujado la bola de mi memoria hasta este otro
    de Andrés Neuman:

    ¿No es cierto jugador,
    que el tránsito que observas en las bolas
    se parece a la trágica armonía
    del tiempo cuando pasa,
    de la vida que ocurre
    y se detiene,
    muda,
    para iniciarse en otro cuerpo?

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  2. No lo conocía, pero en efecto, a poco que te pones a pensar, ves en el juego del billar una hermosa metáfora de la vida... Gracias por el apunte.

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