eran ya casi las ocho de la tarde.
Hacía un tiempo muy suave
para la época del año.
El banco del jardín esperaba
bajo del manzano.
Me senté, y vi a mi vecino
que aún, cavando, se afanaba.
La noche se alzaba, y la luz,
azul intensa, cercaba al árbol.
El día se desvanecía
en olor a heno.
Volvía a haber juguetes
en la hierba.
Y desde lejos se oían de nuevo en casa
las risas de los niños en el baño.
Hasta donde yo estaba,
hasta debajo del manzano.
Más tarde vi surcando
gansos en el cielo.
Oí cómo el silencio
se apoderaba del espacio.
Entonces alguien vino
y se sentó junto a mí.
Para ser exactos, tú
fuiste quien llegó a mi lado,
para estar bajo el manzano,
tan extrañamente suave y cercana,
a nuestra edad.
RUTGER KOPLAND (1934-2012)
(Traducción: Agustín B. Sequeros)
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