EL ANGEL DE LA CASA
La única
manera de fulminarte,
la única
de cortar tus alas, arruinar tu discurso
envolverte
en mis razones como una corteza
es o
sería contestar directamente tu violencia
y sólo
el resto más imprescindible.
Mas
luego ¿qué?
animal
de pico peligroso como el de las gaviotas,
animal
político falsamente par
¿Qué
piensas hacer conmigo?
¿Qué
premio me darás por
bailar
en la palma de tu mano?
Detrás
de esa cortina, ¿qué?
Cuando
no sepa más convertir mi hartazgo,
mi
infelicidad mi ira en acción política
por cansancio,
por vergüenza dime
¿A dónde
acudiré yo si no están mis hermanas?
El
chillido de los conejos es angustioso
pero
sería un error olvidarlo
porque
solo nosotras, las desolladas,
sabemos
lo que nos conviene
y
también, muy de vez en cuando,
lo que nos absuelve.
Y por
más que lo nuestro sea
apenas
un breve instante en mitad de algo,
nos bastará
con tener los ojos bien abiertos
y caer
como una piedra, ay,
sobre tu
miserable nuca.
WHISPERS
Las
negociaciones entre tú y yo
no van
mal del todo.
A estas
alturas conozco bien lo que te gusta:
pechos,
perfume, pestañas,
lo que sientes
cuando me ves
con las
piernas abiertas.
Aunque
no siempre tenga ganas
-
caramelos
ensartados en un palo de cerezo -
en
ocasiones acepto e inclino mi cintura.
En otras,
no.
Tengo
nombres para cada uno de tus estados de ánimo:
alto,
acalorado, fogoso, indescifrable
ambiguo,
olvidadizo, feroz, indiferente
Pero tú
– que yo sepa -
no has
encontrado ninguno para mí.
Las
urracas croan como sapos,
y aterido
bajo un abrigo de piel
tu resoplas
y ocultas bajo la barba
el
sulfuroso encanto de una sonrisa.
De
acuerdo, haremos este viaje juntos
lo que
significa, creo, que tendremos que hablar.
No
faltarán buenos temas, imagino,
pues nos
unen muchas cosas:
libros, pendientes,
fragmentos y las migas
que como
pulgarcitos dejábamos caer por el camino
o también,
cómo era mirarse con tanto disimulo
para que
el corazón no nos delatase.
¡Ah, se
me olvidaba!
también los susurros.
*
Agrietada,
su confusión enramada
como la
de una niña
que teme
perder su sitio
y que la
expulsen del juego
Sin
mover los pies
o
tropezando sobre el agua,
las
rosas golpeando sus tobillos
al azar.
Y más luego,
inclinarse sobre el rio,
al derretirse
de los glaciares
donde tantas
veces soñó
con desaparecer.
Rondar alrededor
del globo
como si
todo hubiera sucedido
de la
noche a la mañana,
acostarse
en una vida,
despertarse
en otra
y seguir
sin que pase nada
solo a
veces, un dolor trémulo
que le quita
el sueño,
un dolor
pesado, devastador,
un dolor
sin dolor tú ya me entiendes,
de cuando
se esforzaba por pasarlo
con agua
del grifo
a
pequeños sorbos
hacia
los fiordos de la úvula
para no
atragantarse.
y
después, enseguida, vomitarlo,
reconocer
que se había ido haciendo vieja,
que el
tiempo había pasado
pero que
ella, todavía,
seguía estando viva.
Pilar Salamanca. Deseo de no ser yo. Ed. La Vorágine, 2021
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