documentos de pensamiento radical

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miércoles, 10 de noviembre de 2021

UNA EDUACIÓN (fragmento III)



 

Ha entrado un hombre que venía a caballo, se nota que un señorito, pide aguardiente con agua fría que convierte el líquido de incoloro a blanco, y se arma un remolino de brazos nerviosos como

llamando la atención, de modo que el hombre, muy tranquilo, dice que para pasado mañana a las 6 necesita una docena de jornaleros a 4 duros la hora, me parece que dijo, y en medio de un silencio de velatorio y a estilo Julio Cesar o Calígula, va señalando “tú, tú, tú, tú... id saliendo”, y los que salen parecen contentos y los que quedan alzan la voz pero no se entiende mucho.

—Por ahora no necesito más —dice el señorito, y como parece buena persona dice al tabernero que sirva un chato a los dos o tres que quedan y al tiempo da una palmada en el hombro a uno: —¿Y la señora?, y el otro dice —Tirando.

Carion pide por favor más agua y yo pierdo timidez y pido también, y el dueño rellena los vasos sin extrañarse.

El señorito habla de toros y ganaderías con el tabernero, y los hombres que quedan se beben el vino y salen tristes menos uno, un hombre enjuto, renegrido, con olor a suciedad, tan quemado por el sol que parece africano, y al quitarse en prueba de humildad la boina brillante de vejez muestra una calva blanquísima que hace adivinarle carnes como de leche. Se acerca al señorito y con voz vergonzosa dice:

—Yo voy por 2 duros.

El señorito le mira y le nombra, parece conocido de otras veces. —Vale, el lunes a las 6 te quiero en la plaza —le dice, y luego

añade: —Ve y llama a uno cualquiera... No, mejor al Zapatones. Carion y yo ya estamos emocionados y no nos movemos. —Eres testigo —dice el señorito al tabernero.

—Claro.

Entra el Zapatones y el señorito dice que le sobra uno, que la próxima vez será, y el hombre protesta y al final llora, y sale dando una patada a la puerta.

Nosotros nos vamos, a preguntar en Damas si hay autobús, o para ir andando hasta San Juan y subir a un tren.

—¿Te has fijado qué cabrón? —¿Quien?

—¿Quien va a ser...? El que le ha quitado el jornal al Zapatones.

—No es un cabrón sino el más desgraciado de todos, a ver si te fijas —digo.

—¿Pero...? —empieza a decir Carion.

—¡Que ha sido un día horrible, cállate! —termino—. El mundo no funciona bien, y por lo tanto España tampoco. Fíjate bien en lo que ves, escarba un poco...

—Pues yo preferiría no haber estado ahí para no ver eso, ahora me siento asqueado.

—Genial... No sé qué filósofo dijo que sólo existe lo que percibes, que no se puede estar seguro de lo que no aprecian tus sentidos, que lo que dejas de observar deja también de existir. Ahora mismo seguramente esa escena se está repitiendo, pero a ti no te enfada por- que no la ves. Eres un tío afortunadísimo.

—Si tú ves lo que no ves vas a ser mucho más desgraciado que yo, el peor del mundo.

--Déjalo y déjalo, por favor... No quiero hablar ahora.

Y llegamos a casa tardísimo, agotados y de muy mal humor con tristeza. Y menos mal que mañana es domingo, aunque mi madre diga todas las semanas de su vida que el domingo es el peor día de la semana.

 


Antonio Santos Barranca. Una educación (la formación vital de un niño en los años del asentamiento de la dictadura nacional-católica). Ed. Onuba, 2021

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