Al tomar la camisa
de la mujer que apenas dejó de estar aquí ayer,
su olor
me ha recordado una bolsa que encontré
un día,
años tal vez después de tu marcha,
sobre el armario.
Al abrirla, la encontré llena de cintas blancas
con las que te recogías el pelo,
las acerqué a mí al presentir tu olor.
Así estuve contigo
por última vez.
Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017
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