Te pedí
que me lanzaras una cuerda
para poder agarrarme a algo
que tú
sujetaras.
Ignoraste el grito de dolor,
tapaste el agujero con lodo
y tú,
sí te salvaste.
Cuando decidí
arañar
la tierra para respirar
me
miraste con infinita indiferencia:
antes
no habías
oído
nada,
a pesar de contestar a
mi grito
y tener la cuerda
preparada.
Sálvate
en tu absurdo mundo,
yo
regreso al mío
que jamás
debió
compartir nada contigo.
Habría
sido más
fácil
morir
que
nacer sola sin saberlo.
Montse
Villar
(inédito)
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