DEBAJO
DE LOS SUEÑOS
Hoy
la noche frenética de la ciudad
arruinada
por los sátrapas agoniza,
como
una mujer a quien violaron,
y
se desangra en esta guerra civil
que
nunca termina.
Este
es mi país
y
esta es mi vergüenza.
Debajo
de los sueños
el
manto púrpura de lobos blancos
que
leen poesía.
Un
hombre duerme tendido
sobre
un campo de amapolas,
revitaliza
el aire del próximo día
y
su ajetreo.
Yo,
viviendo de un grito solo mío,
aprendo
a revisitarme las entrañas:
hablen
ellas de una vez y para siempre.
Nosotras,
que íbamos a tenerlo todo
menos
la nieve. Era nuestra la lava
y
la aurora; ella cantaba con la voz
muda
de quien solo sabe decir
las
cosas con el color de la belleza
que
arranca lágrimas.
Era
hora de labrarnos este nido,
de
devolver perfume por palabra.
Sangre,
ley y compromiso de existir.
Era
hora de ser mujeres y hombres libres.
Era
hora de rescatar el tiempo del desvelo
y el amor que abofetea la mentira.
PÁJAROS EXÓTICOS
Dejaste caer el sol de mi ventana, los pájaros rompieron el cristal,
desvanecido el amor, el llanto manó para salvar la piel y así hacer crecer el
césped.
Pasos
sin huellas dibujan un sendero inexistente,
pájaros
exóticos cantan con trinos que me estremecen.
Se
esfuma la esperanza en las minas de coltán,
niños
esclavos se olvidan de vivir,
-maldigo
la fealdad que les robó la infancia-.
Cartas vacías llegan al anciano, campos contaminados
destrozan
la cosecha. Sigue brotando el champagne
en
otras copas entre brindis en Niza.
Ella
aprendió a vivir con el estigma. Las rosas
nunca
fueron iguales, los hombres viven uniformados.
La
vida en ti será única. El sol siempre bendice
a
todos, también al asesino.
No
huyas de los iguales, no temas jamás a lo distinto.
Que
no te pueda el óxido, que no te rinda el dolor,
que
nadie desdibuje la luz que se apiada de ti.
¿Cuántas
vidas necesitar para vivir
la única vida que ahora tienes?
MUNDO
INEXISTENTE
Desde
la corteza de un árbol escribo sílabas
que
nacen en la aurora de un mundo translúcido,
el
refugio, la luz, la llave de lo que jamás podrás encontrar
fuera
de tu piel, ahí reside el germen de la vida.
Escuchas
el sonido de una palma aplaudiendo sola
y
no resuelves el koan, ya no meditas,
no
buscas la iluminación, asumes que todo termina
salvo
la luz del brote sobre el árbol quemado.
Un
bebé succiona el mundo entero en las mamas de su madre.
Y
haces una pregunta muda ¿a qué mundo le traes,
por
qué le haces esto? Ella te mira con tristeza y comprende
tu
útero en sequía al ver tantos pétalos ensangrentados.
Un
gurú me lleva a otro lugar, todas las tradiciones tiemblan
en
el beso que me negaste, la luz de la muerte ya no me asusta,
la
mentira no resuena en mis oídos.
Los
agujeros de mi órgano rojo han olvidado el miedo,
morir
es sólo una transición, y un mar de nubes
sostienen
mi existencia y el tiempo por venir.
Me
acuna la sombra de un espectro angelical,
la
flauta me dirige al centro del corazón,
allí
no hay herida, todo está a salvo,
allí
me arrodillo ante la belleza y acepto la existencia,
nada
termina, aquí, nada deja de empezar.
PÁJARO
CANTOR
“Creemos reconocer el pájaro muerto entre nuestros amigos, entre nuestros amigos en las
nubes”
Claes
Anderson
Imposible
olvidar el pájaro que cantó para nosotros,
su
trino abre compuertas de color en el pecho,
no
deja de acompañarme su gran pequeñez, su pureza.
no
me abandona su presencia, su posibilidad.
Regreso
a la infancia entre sus trinos y el aroma del verano
se
instala en la noche tupida. Camina la lagartija sin cabeza
y
todo es perfecto, nada sucede fuera del instante.
No
logro comprender mi existencia con un pájaro muerto
en
el bolsillo. Existió para nosotros en un sueño de plumas
en
la sinfonía de insectos, aves y pastos.
Sobrevivir
es abrir los oídos al trino,
por
si el muerto resucita,
por
si vuelve a cantar para nosotros.
Teresa Ramos. Cierta belleza, 2020
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