Conozco callejones sin salida
donde la sangre calca a cada instante
furiosas sacudidas de diamante
y fuentes que abren playas en la hüida.
Conozco el alma muerta que cobijo,
la extraña sensación de haber amado
un puñado de cosas, tan hastiado
de mi misma tragedia su escondrijo.
Converso con la carne y su guarida,
reconozco la duda que presencio
y agradezco su ausencia, por altiva.
No pude atar la entrada a la salida.
Espero la belleza del silencio
en la locura de su piedra viva.
Manuel Ruiz Amescua. Una verdad extraña (poesía 1974-2018). Ed. Comares
Leer y leer es un consuelo del disfrute de las letras que vibraban.
ResponderEliminarAbrazo